Estados Unidos vuelve a ser víctima de su libertad al porte de armas, después de que un hombre de 26 años entrase en una iglesia de Texas en plena misa y disparara sin piedad para acabar con la vida de 26 personas y herir a 20 más.

El “bad hombre” era un ex militar blanco, por lo que obviamente nadie habló del hecho como terrorismo, aun cuando empleó un rifle de asalto semiautomático para masacrar a los miembros de la Primera Iglesia Bautista del pequeño pueblo de Sutherland Springs.

En una conferencia de prensa, el goboernador de Texas Greg Abbott dijo que esta era “la peor matanza registrada en la historia del estado”.

Según han señalado fuentes policiales citadas por el diario The New York Times, el autor de la masacre era Devin Patrick Kelley, un militar en la Fuerza Aérea estadounidense expulsado de las fuerzas armadas en 2012 por agredir a su esposa y su hijo. Tras el atentado, el hombre murió en un enfrentamiento con la policía.

Según se conoce, las edades de las víctimas van entre los 5 y 72 años y tras el hecho, el presidente Donald Trump, definió la masacre como “espeluznante” y, muy lejos de hablar de terrorismo, se refirió a esta como la consecuencia de problemas “salud mental”. “Es un poco pronto, pero está claro que nos encontramos ante un problema de salud mental de alto nivel. Tenemos muchos problemas de salud mental en nuestro país, es algo que hay que abordar de manera seria”, dijo en una conferencia desde Tokio.

Foto de portada: Panam Post