Un grupo de amigos limpiaba su acuario y descubrió un gusano de fuego de más de un metro de longitud que hasta entonces había pasado desapercibido.

Pese a tener un aspecto atractivo que seduce a muchos acuariofilos, normalmente los gusanos de fuego entran en los acuarios de forma furtiva, en algunas rocas. No es fácil detectarlos en un primer momento, ya que estos animales se muestran esquivos y tienen hábitos nocturnos, escondiéndose en las horas de luz en algunos recovecos entre rocas. El problema es que mientras ni siquiera sabemos que en nuestro acuario hay un gusano de fuego este estará creciendo y alimentándose, preferentemente de corales blandos y otros invertebrados. Además el gusano de fuego segrega una sustancia tóxica que puede llegar a acabar también con los peces pequeños. Incluso el acuariofilo que meta la mano en el agua donde habite este animal puede sufrir diversas lesiones, pequeños pinchazos similares a los de tocar un cactus que durarán una semana aproximadamente.

Afortunadamente es complicado que estos gusanos, que alcanzan los 40 centímetros de longitud en libertad, lleguen a reproducirse en el acuario, con lo que eliminando a los ejemplares que hayan entrado en el mismo tendrás el problema resuelto.

Existen animales, como el lábrido de seis rayas, que mantendrán la población de gusanos en cero, ya que se alimentan de ellos en la naturaleza. Asimismo hay preparados comerciales que los atacarán hasta eliminarlos, pero que tienen la desventaja de que podrían afectar igualmente a otros invertebrados d tu acuario. Pero la forma más sencilla de deshacerte de estos incómodos visitantes es tendiéndoles una trampa y eliminándolos. Esto se puede hacer introduciendo un trozo de gamba dentro de una botella agujerada, donde quedará el gusano atrapado al acudir a la comida.