Hace unos años saltó a la palestra un rumor que relacionaba sentimentalmente al filósofo esloveno Slavoj Zizek nada más y nada menos que con Lady Gaga. Probablemente fuese sólo una broma, pero una broma con mucho fundamento. Ese noviazgo hubiese supuesto la culminación de la obra de Zizek a la hora de fusionar filosofía y pop: el polvo del discípulo avanzado de Lacan con la diosa de la MTV como sublimación de la posmodernidad en el campo del pensamiento.

Para quienes no conozcan la obra de Zizek, el documental ‘Guía ideológica para pervertidos’ -como en su día lo fue ‘The Pervert’s Guide to Cinema’- puede ser una buena puerta de acceso a las reflexiones del filósofo más popular del siglo XXI, lo más parecido a una rock star que podemos encontrar en el pensamiento contemporáneo. Buena culpa de ello lo tiene su capacidad para ilustrar sus enseñanzas con ejemplos procedentes de la cultura de masas, con el cine como destacado protagonista. Muchas veces cuesta discernir si Zizek es un filósofo muy cinéfilo, o un crítico de cine que aborda los films desde el psicoanálisis. En cualquier caso, los amantes del cine obtenemos como resultado una mirada que a veces puede parecer tremendamente sui generis, pero que casi siempre resulta enriquecedora.

En ‘Guía ideológica para pervertidos’, Zizek parte de ‘Están vivos’, de John Carpenter (que define como “una de las grandes obras maestras de Hollywood”) para trazar un recorrido sobre los mecanismos que dan vida a lo que creemos y a cómo nos comportamos. En la citada obra de Carpenter, el protagonista encontraba unas gafas con las que podía desencriptar la ideología de todo lo que le rodeaba. Los carteles publicitarios que encontraba por la calle, rezaban, gracias a las gafas, eslogans como “Obedece”, o “No pienses”. Y ese es el empeño de Zizek en este documental, decodificar de qué modo la ideología está omnipresente, interpelándonos en aquellos lugares donde menos lo sospechamos. Como por ejemplo, en ‘Sonrisas y lágrimas’, una película que fue recortada en tres minutos por la censura de la antigua Yugoslavia comunista por ser una muy eficaz herramienta de propaganda católica. Zizek tiene las herramientas necesarias para convencernos de por qué las actuaciones del grupo Rammstein son una contundente arma antifascista, o para comparar ‘Titanic’ con la Primavera de Praga, o ‘El Caballero Oscuro’ con las armas de destrucción masiva que supuestamente había en Irak, y salir perfectamente airoso del envite.

Desde los tiempos de exhibicionismo de Michael Moore, rara vez hemos visto un documental en el que su autor tenga una presencia tan abrumadora frente a la pantalla. Esta es una película en la que Zizek le habla, con un inglés más que discutible, a la cámara. Pero ciertos recursos de puesta en escena aligeran la pesada carga de un film enteramente discursivo, casi como una clase magistral. El filósofo se introduce en el interior de las películas que comenta. Le vemos sentado en los retretes de ‘La chaqueta metálica’, hablándole a Cristo colgado en la cruz, o sobrevolando Berlín a bordo de un avión en ‘El triunfo de la voluntad’. Sus intervenciones, ilustradas con fragmentos de películas e imágenes de archivo, es vistoso aunque en ocasiones algo fragmentado: se salta de un interrogante a otro quizás con demasiada facilidad, lo que puede resultar confuso. Pese a lo cuál, este manual de filosofía para dummies tiene la facultad de interpelarnos para que reflexionemos en profundidad sobre el mundo en el que vivimos y los mecanismos que lo sustentan. Sirve, por ejemplo, para entender que las ruinas del capitalismo son innatas a su correcto funcionamiento; que sólo mediante la crisis y la inestabilidad este sistema garantiza su resistencia, y que, por lo tanto y en última instancia, las preferentes, las subprime y el ladrillazo no han sido más que los virus que han fortalecido el sistema inmunológico de un orden al que parecemos condenados a sobrevivir.

Vía Fotogramas

close
No te pierdas nada

¿Quieres recibir nuestro contenido?

¡No hacemos spam!