Por David Sarabia

Estados Unidos se prepara para adoptar un cambio de paradigma. Será un nuevo escenario porque todo cambiará, empezando por la manera de entender las comunicaciones y siguiendo por las (nuevas) relaciones que se establezcan entre usuarios y proveedores de Internet. El destino de la Red se encuentra escrito en 210 folios, los mismos que el jueves 14 presentará Ajit Pai, el presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) nombrado por Donald Trump en enero de este año.

El presidente del país más poderoso del mundo cuenta con mayoría republicana en el Congreso, por lo que es previsible que la nueva norma sea aprobada con el apoyo de dos tercios de la Cámara de Representantes. “Si se revocan las leyes de Neutralidad de Red en EEUU (…) los proveedores de Internet (…) podrían decidir qué empresas tendrán éxito en Internet, qué voces son oídas y cuáles son silenciadas”, escribe en eldiario.es Tim Berners-Lee, uno de los padres de la World Wide Web.

La Neutralidad de la Red es el principio que impide que Internet se convierta en un negocio. Es la barrera que evita que los proveedores de Internet (habitualmente conocidos como ISPs o Internet Service Providers) se enriquezcan modificando la calidad de los accesos, su disponibilidad o la velocidad. En definitiva, es la ley no escrita que obliga a estos proveedores a tratar todo el tráfico por igual, independientemente de donde venga.

 

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¿Cuáles serán las consecuencias?

Serán muchas, pero las más importantes afectarán directamente a la forma de navegar en Internet de los usuarios estadounidenses. Los chicos y chicas de Break the Internet, una organización activista contra el fin de la Neutralidad de la Red,  han imaginado cómo será Internetdespués del día 14 de diciembre.

En primer lugar, los grandes proveedores de telecomunicaciones de los EEUU, entre los que se encuentran Comcast, Verizon y AT&T podrán bloquear contenido, ralentizar servicios y establecer un Internet de dos velocidades. Y todo esto sin olvidar la proliferación de servicios de zero rating.

En el paquete de medidas se incluye la más que previsible prohibición de BitTorrent, el programa para descargar archivos a través de P2P (peer to peer). Es la segunda parte de un capítulo que ya enfrentó en 2008 a Comcast contra el software de intercambio de archivos, a pesar de que por aquel entonces  la FCC disuadiese al proveedor de comunicaciones de seguir adelante en su intento de bloqueo.

Esto es importante en un país en el que más de la mitad de los norteamericanos (el 51%)  no tienen opción a la hora de decidir qué compañía de Internet contratan. El fin de la Neutralidad de la Red también permitirá que los ISP puedan elegir qué servicios quieren ofrecer y cómo. El quién, naturalmente, será el usuario; que en función de lo mucho (o poco) que pague accederá a una oferta más o menos variada de servicios.

Y de la misma forma que un ISP podrá optar por cerrar o abrir más el ancho de banda, también podría crear un Internet de dos velocidades. Uno para los ricos y otro para los pobres, uno con autopistas de peaje y otro con carreteras comarcales, donde las grandes empresas fueran tratadas mejor por el simple hecho de ser multinacionales prestigiosas, en pos de las pequeñas con no tantos medios ni recursos a su disposición para pagar un Internet “premium”.

La Neutralidad de la Red es lo que garantiza que el ISP trate de la misma forma un contenido de Netflix que otro de Movistar+, por eso el acuerdo en ciernes entre Time Warner y AT&T (el segundo ISP en EEUU) atenta contra ese principio. Hace varias semanas, la Justicia estadounidense bloqueó la fusión entre ambas al considerar que vulneraba la competencia.

Texto originalmente publicado en El Diario