En Ecuador hay una nueva fuerza política autónoma: el Leninismo disociado de Rafael Correa y su revolución ciudadana, que este domingo tuvieron que asumir una importante derrota en la consulta popular convocada por el presidente Lenin Moreno y que pone fin a la posibilidad de reelección indefinida, cerrando la puerta para que Correa vuelva al poder.

La consulta se convirtió en una especie de plebiscito entre Moreno y Correa, quien acusa a su ex vicepresidente de traicionar a su movimiento para llegar al poder. 

Los ecuatorianos votaron las siete preguntas de la consulta de manera favorable con un promedio del 67,5% con casi el 90 % de los votos escrutados. 

Las siete preguntas de la consulta eran algo del estilo: ¿Está usted de acuerdo con que se termine con el asesinato de tiernos conejitos? Claro, en un tono político y con resultados prácticos en el mundo del poder ecuatoriano, con temas que iban desde la prohibición de participación política de corruptos, la reeelección indefinida, el castigo a los violadores de menores y la defensa de los parques naturales y la explotación minera. 

Por eso no es una sorpresa que Moreno con porcentajes por sobre el 60%, capitalizando los votos de la derecha y de sectores de la izquierda que ven en Rafael Correa un impedimento para ascender. 

La pregunta que se abre ahora en Ecuador es si este resultado supone el fin del Correísmo o un quiebre dentro de la izquierda que podría terminar con el proceso revolucionario iniciado más de diez años atrás con el ascenso de Rafael Correa. 

“No volverán ya los viejos políticos. Tienen la obligación de renovarse”, dijo Moreno desde el palacio presidencial de Carondelet en Quito tras conocer la proyección provisional de los resultados. “Hoy ha triunfado la democracia de manera contundente con el sí. Hoy, todos nosotros manifestamos de manera clara y contundente, libre y democráticamente, sobre el futuro que queremos para nuestros hijos. La victoria del sí es la victoria del país”, consideró en Twitter. “Los políticos que ansiaban eternizarse no volverán nunca más”, agregó en clara alusión a Correa, que volvió de Bélgica, donde reside, para hacer campaña por el no.

El mandatario, elegido hace un año, siempre estuvo en contra de la reelección indefinida de los cargos públicos. Cuando fue aprobada por la Asamblea Nacional a través de una enmienda a la Constitución de 2008, ya no era vicepresidente –responsabilidad que ocupó entre 2007 y 2013- y se desempeñaba como enviado especial de la ONU sobre Discapacidad y Accesibilidad. 

El expresidente y su entorno le acusan de haberle dado la espalda, de querer eliminarlo políticamente y de formular las preguntas de forma capciosa. Por primera vez, el impulsor del llamado socialismo del siglo XXI, que fue muy popular mientras gobernó y en las últimas semanas ha podido comprobar directamente cómo su liderazgo ha ido menguando, celebró una derrota.”¡Felicitaciones a todos nuestros militantes! Ningún movimiento por sí solo puede lograr el 36% alcanzado, peor en tan poco tiempo y en lucha tan desigual”, escribió en la misma red social a propósito de los datos de la pregunta relacionada con la reelección indefinida. “La lucha continúa”, siguió.  

Aunque Correa no pueda aspirar a presentarse a unas presidenciales, desde que dejó el cargo, el pasado mes de mayo, ha rechazado mantenerse al margen de la política activa pese a asegurar lo contrario. Amenazó antes de las últimas elecciones con volver al país para preservar su legado, si ganaba la oposición. Ganó Moreno, su candidato, aunque el talante del nuevo mandatario no le gustó, así como algunas de sus medidas. Decidió entonces librar su última batalla por el poder. Una contienda de la que, al margen de su retórica sobre la salvación de la patria, dependía su supervivencia política, al menos a escala nacional. Le queda el ámbito local. Ahora podría dedicarse a su ciudad, Guayaquil, y cultivar una red de seguidores a través de su nueva plataforma, Movimiento Revolución Ciudadana, que fundó tras desvincularse de Alianza País. En suma, tiene estas opciones para intentar un camino parecido al que, en otra coyuntura y en un contexto ideológico muy diferente, emprendió el expresidente colombiano Álvaro Uribe.

Correa comienza, además, esta nueva etapa declarando este lunes ante la Fiscalía por presuntas irregularidades en la venta de petróleo a China y Tailandia. En diciembre, uno de los hombres de máxima confianza del exmandatario, Jorge Glas, fue condenado a seis años por vínculos con el caso Odebrecht mientras ocupaba la vicepresidencia.