Considerada por muchos como la mejor película de América Latina del siglo XX, se trata de una película compleja y original, filmada en un tono realista con una excelente fotografía en blanco y negro cuya construcción narrativa es una mezcla de ficción y realidad. Elaborada con trozos de documentales de la época, las reflexiones con la voz en off del protagonista y una panorámica de la ciudad de la Habana y sus gentes, está actualmente considerada como la mejor película de Tomás Gutierrez Alea. Curiosamente, el relato fue producido por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), instituto nacido en 1959 con el ideario de la revolución castrista. Sin embargo, la película no es una obra propagandista ni hace apología del castrismo. Su director, Tomás Gutiérrez Alea es conocido por la sociología objetiva que imprime en el contenido de sus películas.
En este relato, escrito por el propio Tomás Gutierrez Alea en colaboración con el escritor de la novela sobre la que se basa la película, Edmundo Desnoes, se nos cuenta la vida y reflexiones de un burgués acomodado, Sergio Carmona (Sergio Corrieri), durante una época histórica en la Habana, que comprende desde la invasión fallida en la Bahía de Cochinos en 1961 hasta la crisis de los misiles cubanos en 1962. Mediante el personaje de Sergio, un hombre de clase media que reniega y critica a los de su propia clase social que por aquella época abandonan la Habana, el director construye una crítica histórica. Inicialmente, Sergio es un simpatizante de la Revolución Cubana sobre la que deposita grandes esperanzas para el desarrollo de su País, sin embargo, el director es capaz de ser lo suficientemente valiente y atrevido como para ironizar, criticar y poner de relieve algunas de las contradicciones, hastíos o absurdos hacia los que se va encaminando dicha revolución.
– Sergio: “¿Y la paloma que iba a mandar Picasso?. Muy cómodo eso de ser comunista y millonario en París. Esta humanidad ha dicho basta y ha echado a andar. Como mi padre. Como Laura. Y no se detendrá hasta llegar a Miami.”
Añade en su propio monólogo parodiando una frase del guerrillero argentino Ernesto Guevara en el hemiciclo de la Organización de Naciones Unidas, que le sirve a Tomás Gutiérrez Alea para entremezclar ironía y crítica, presentando al espectador cuál va a ser el tono del relato. El relato comienza el día que la esposa de Sergio y su propio padre abandonan la Habana rumbo a Miami.
Esta será la primera y única frase que nuestro protagonista escribirá sobre el papel. Su objetivo es convertirse en escritor y probarse a sí mismo si tiene algo que decir. Pero su vida ha sido demasiado acomodada, viviendo de las rentas del negocio familiar, incluido dentro de la burbuja burguesa que gozaba de todo tipo de caprichos. Sergio posee la suficiente cultura y capacidad crítica para analizar lo que le rodea, tanto las gentes como su ciudad, ambas observadas de la misma manera mediante el periscopio de su balcón, pero sus actos no se corresponden con el análisis de sus pensamientos. Técnicamente, el film goza de la particularidad de entremezclar trozos de documentales con elementos de su fantasía. Situando al protagonista como un gran observador a través de su periscopio, podremos ver la ciudad de la Habana y sus gentes mediante una cámara ligera que se mueve entre el gentío y sus calles. Tendremos una ubicación histórica del momento gracias a la introducción de piezas clave de documentales de la época y nos sumergiremos en sus pensamientos mediante la voz en off y poderosas metáforas visuales del mundo interior de Sergio.
El director comenzó como realizador de documentales, formado e influenciado por el Neorrealismo italiano, como lo prueba el hecho de que su director de fotografía sea Ramón Suárez, quien desde su exilio en los años sesenta rodó con los principales cineastas europeos. Otros dos personajes relacionados con Sergio articulan y dan forma al relato, su amigo Pablo y su nueva amante Elena. Pablo, representa la decadente burguesía, que ha vivido de espaldas a los abusos del poder que los ha mantenido. Aun así, a Pablo se le concede la reflexión de que Cuba no es más que un juguete en manos de las dos grandes potencias del momento: EEUU y la URSS. Un personaje que le sirve al director para expresar su propia opinión de lo que debía ser la verdadera revolución. La actitud de Titón (apodo de T. Gutierrez Alea) frente al Gobierno siguió su proceso de cambio reflejado en sus películas, ya que “el director siempre había insistido más en lo auténtico de la Revolución y en el enfrentamiento con los Estados Unidos, que en cualquier posible alianza con una potencia extranjera.” La joven y bella Elena, es el otro gran pilar sobre el que nuestro protagonista analiza a su propio pueblo. Una chica representante de la clase trabajadora, sencilla, por la que se siente seducido inicialmente como contraste con la vida llevada anteriormente con su exigente esposa, amante del lujo y las frivolidades. Sin embargo, Elena carece de aspiraciones intelectuales y su simplicidad pasa a recordarle el subdesarrollo del Pais donde vive. Con ella descubrirá sus propias contradicciones y las de la sociedad que lo rodea pasando a convertirse en un extraño que no comprende nada dentro de su propia tierra.