Hacer política en México es arriesgar la vida. Y aunque esto no es una novedad -en los primeros años de los 90s fue asesinado el candidato favorito para la presidencia-, las autoridades informaron que en los meses recientes han sido asesinados tres decenas de candidatos o aspirantes en el proceso previo a las elecciones federales y regionales del 1 de julio próximo.
“Llevamos alrededor de 30 muertes de personas, 30 homicidios ligados a personas que han querido contender o quieren contender en campañas políticas electorales”, dijo el ministro del Interior, Alfonso Navarrete, en una conferencia de prensa.
Los asesinatos se registraron principalmente en aspirantes a alcaldes (intendentes) o a diputados locales que, según Navarrete, ocurrieron “afortunadamente muy focalizados en algunas regiones del país”.
Una de las regiones con más homicidios es el estado Guerrero, en el sur del país.
En julio, los mexicanos están convocados a votar presidente, renovar ambas cámaras del Congreso, ocho gobernadores, jefe de Gobierno de la Ciudad de México y otras autoridades regionales, en las que serán las mayores elecciones simultáneas de la historia en el país.
En 2017, México registró 29.168 homicidios intencionales, la cantidad más alta desde que se llevan registros, hace 20 años, y que representó un incremento de 27% respecto de 2016, según datos oficiales.