Cruz llegó a México extraditado desde España, a donde se fugó inicialmente con la ayuda de su familia. En el momento de su detención alegó inocencia y aseguró que estaba siendo víctima de una persecución mediática.
Dentro de sus alegatos en el proceso de extradición, Cruz trató de conmover a los jueces españoles diciendo que las cárceles mexicanas no ofrecían seguridad y que su vida correría peligro en caso de volver a México, pues temía posibles represalias.
Sin embargo, a su llegada a México, las cosas cambiaron misteriosamente a su favor. Un juez determinó que no había violado a la víctima, pues, según su interpretación de la ley, una violación requería penetración.
Obviamete, este criterio levantó más de una ceja y las sospechas de que el señor del maletín había visitado al estrado no se hicieron esperar.
La sentencia para su liberación aun no está firme y el joven aún continúa en prisión, pero intentó conseguir su libertad conforme al nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio.
En enero pasado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación rechazó atraer el amparo que le fue otorgado a Cruz, acusado de pederastia, en el que se ordenó su libertad, a pesar de que el Consejo de la Judicatura Federal mantiene abierta una investigación contra el juez que concedió la protección de la justicia federal.
La libertad del joven y la posibilidad de que la sentencia emitida por el entonces juez Anuar González Hemadi quede firme dependen de lo que resuelva el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Penal de Veracruz.
El caso de “Los Porkys” fue difundido por Javier Fernández, padre de la víctima, a través de la plataforma de videos por internet YouTube, en marzo de 2016.
Desde entonces los cuatro jóvenes implicados, Enrique Capitaine, Diego Cruz, Jorge Cotaita y Gerardo Rodríguez se convirtieron en el centro de las críticas públicas y en redes sociales.