Una cosa hay cierta: a ningún colombiano le ha convenido tanto la existencia de las Farc como a Álvaro Uribe: con su discurso mesiánico se montó en la presidencia del país prometiendo poner fin al grupo subversivo y les dio duro, pero nunca hasta acabarlos pues ese hubiese sido también su fin.

Esa interdependencia ha marcado la vida política del ex presidente hasta el punto de buscar anular el acuerdo de paz con la guerrilla pues sin un problema de seguridad tan berraco como el que supone una guerrilla, su presencia beligerante es innecesaria en un país en el que ya se ha matado lo suficiente. 

Entonces Uribe refuerza el discurso de la amenaza de la que sólo él y sus títeres podrán salvar a Colombia: muerta la guerrilla, el peligro para el país es el Castrochavismo.

Curiosamente, aunque Uribe trata de plantearse al otro lado del río, en él, su figura caudillista de discurso mesiánico y maniqueísta, hay mucho más de Castrochavismo que en otras figuras de la política colombiana. 

Si el castrochavismo es parecerse a los expresidentes de Cuba y Venezuela, Uribe tiene en su historial más de una coincidencia, comenzando por el hecho de haber cambiado la constitución a su antojo para hacerse reelegir. Incluso trató de cambiarla para hacerse reelegir una segunda vez, pero sus planes naufragaron en el Congreso y la justicia, que investigó la compra de votos para alargar sus años en el poder. 

El caudillismo de Uribe -como el de los Castro y Chávez- ha opacado a cualquier figura que rodea al presidente y sus anteriores delfines políticos terminaron mal, partiendo por su ex ministro y primer posible heredero, Andrés Felipe Arias, preso en Estados Unidos por corrupción y en vías de ser extraditado a Colombia.

Castrochavismo 2.0

Días atrás, Uribe se metió en una pelotera cuando amenazó con cerrar cadenas de televisión contrarias a sus intereses, como el caso del canal Noticias Uno, conocido por haber destapado varios de los casos de corrupción y crimen de su gobierno. Esto, dijo, en caso de que su títere de turno logre ganar las elecciones, como es probable. 

Casualmente su amenaza coincide con la cuestionada decisión de Hugo Chávez cuando decidió no renovar la licencia del canal RCTV. 

Nicolás Maduro siguió la línea de Chávez y Uribe, pues el año pasado la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela sacó el canal EL TIEMPO. Antes había eliminado las señales de RCN y de Caracol.

También le dijo adiós a NTN24 y CNN en Español, por lo que los pocos canales que quedan están sujetos a una autocensura a cambio de existir.

¿Es eso lo que busca Uribe?

El expresidente ya ha perdido dos demandas por injurias a periodistas que no opinan como él. A uno incluso lo acusó de “violador de niños”. Si esto no es olor a azufre ¿qué es?

Una sola corte

La última propuesta de Uribe en la línea del chavismo fue meterle mano a la justicia y crear una nueva súper corte que una a los siete tribunales que existen hoy:  Corte Suprema de Justicia, Corte Constitucional, Consejo de Estado, Consejo Superior de la Judicatura, Jurisdiccion Especial para la Paz y Consejo Nacional Electoral.  Según el ex presidente y su candidato Iván Duque, la idea es que de esta forma se unifique el criterio y la jurisprudencia de las decisiones jurídicas.

Para alguien con causas pendientes por vínculos con paramilitares y presunta participación en dos masacres, esto podría ahorrar estancias y, lo que temen muchos colombianos, podría también romper la división de poderes, un atributo en el que los gobiernos de Chávez y posteriormente Maduro se especializaron. 

Esta propuesta apunta también a tumbar la Jurisdicción Especial para la Paz que se encuentra en lo pactado entre el gobierno y la guerrilla. 

Con el IVA como Maduro

Aunque son pocas las veces en que Álvaro Uribe deja que su candidato hable, en días recientes Duque planteó que para impulsar la economía del país tenía planeado acabar con el Impuesto al Valor Agregado, IVA por seis días al mes.

Aunque “populismo” es un termo elástico y barroso, en la campaña colombiana no se ha escuchado algo tan populista como el ofertón del IVA. 

Lo curioso: Nicolás Maduro impuso algo muy parecido en Venezuela cuando ordenó que se redujera el IVA en dos puntos por 90 días para impulsar la economía. Como Duque. Y ahí va Venezuela. 

Vamos con el petróleo y el fracking

En las últimas dos semanas Colombia fue testigo de una tragedia ambiental por el derrame de unos 500 barriles de petróleo de un pozo en desuso. Esto cambió la agenda política y movió a los candidatos a pronunciarse sobre el sector. 

Obviamente, Iván Duque no solo se mostró a favor de continuar con la explotación petrolera sino que se mostró favorable a permitir el fracking, una técnica cuestionada por sus conseuencias medioambientales. 

Explotar el petróleo no los convierte en castrochavistas. Pero concentrar la economía en la industria extractiva y dejar de lado la agricultura -sector tradicional colombiano- los pone en el peligroso camino recorrido por Venezuela como monoproductor. 

Le voy a dar subsidios

Claro, un buen castrochavista se destaca por repartir bonos, por subsidiar, por regalar y mediante prebendas inflarse la popularidad. 

Pues bien: una de las ofertas del candidato de Uribe fue precisamente entregar un subsidio a los adultos mayores de 200.000 pesos mensuales. 

No habló de carnet de la patria ni de cajas Clap como Maduro, pero el subsidio como forma de política económica ha sido la herramienta favorita del chavismo.