Un francotirador del ejército colombiano escondido en la espesa selva del Darien mató de un solo tiro a Arístides Mesa, alias ‘El Indio’. La noticia fue celebrada por el Ejército y el ministerio de Defensa como una gran victoria, pues se trataba del número tres de la organización criminal del Clan del Golfo, el principal grupo delictivo después de la desmovilización de la guerrilla de las Farc.
Tras la caída de los grandes capos del narcotráfico durante la década de los 90s, el lucrativo negocio pasó a manos de agrupaciones de distinta índole, principalmente grupos guerrilleros y paramilitares que encontraron en la cocaína una forma de financiar su guerra. 
Hoy en día, el mayor holding empresarial en ese rubro es el Clan del Golfo, conocido en sus inicios como Clan Úsuga o Los Urabeños. Según las autoridades colombianas, se trata de la agrupación narcoparamilitar más grande, peligrosa y mejor estructurada de Iberoamérica, con influencia principalmente en costa del Pacífico colombiano.
Se trata de uno de los herederos directos en el negocio de la extorsión y el narcotráfico de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) desmovilizadas -al menos en los papeles- durante el primer gobierno de Álvaro Uribe.
Controlan más de la mitad de la droga que sale de Colombia, tienen un ejército de casi 3.000 hombres y hoy en día son la principal amenaza para la seguridad del país después del acuerdo de paz con las Farc el 2016. 

El grupo tiene influencia en varias zonas de Colombia, especialmente en los departamentos de Antioquia, Chocó, Córdoba y Meta, en la región Urabá (limítrofe con Panamá), donde nació y continuó su expansión a otras zonas, incluida la frontera con Venezuela.

Los negocios del Clan del Golfo

El Clan del Golfo controla regiones clave geográficamente para enviar cocaína al exterior. Un negocio que deja multimillonarias transacciones para la organización; que es liderada por Dairo Antonio Úsuga David, alias “Otoniel”.

El Ministerio de Defensa colombiano indicó que el Clan del Golfo maneja alianzas criminales con estructuras de narcotráfico en Costa Rica, Honduras, Guatemala, Panamá y México, entre ellas el Cartel de Sinaloa. Según datos gubernamentales se calcula tres mil integrantes, entre miembros fijos y colaboradores a cambio de un sueldo.

El Clan del Golfo controla gran parte de los puertos colombianos, medios han reportado que los narcotraficantes deben pagarle a este grupo un monto en dólares por cada kilo de cocaína que salga por los puertos bajo su control entre la costa del Pacífico y la costa de El Caribe.

La organización criminal establece comandos regionales a cargo de resguardar los corredores y puertos por donde se mueve la droga que trafican y para brindar protección a sus altos mandos. En las zonas urbanas tienen alianzas con pandillas y grupos criminales que operan para ellos a cambio del control del microtráfico de drogas y extorsiones a pequeños negocios.

La operación Agamenón contra el Clan del Golfo

El Gobierno colombiano ha enfrentado las acciones paramilitares de este grupo con las operaciones Agamenón I y II. En los últimos dos años el Clan del Golfo ha perdido 12 jefes y más de 1.500 miembros han sido capturados, según datos del Gobierno de ese país.

Uno de los hitos de estas ofensivas fue la neutralización del “Indio”. Ahora los únicos cabecillas con vida son “Otoniel” y Carlos Antonio Moreno Tuberquia, “Nicolás”.

En agosto de 2017, Roberto Vargas, conocido como “Gavilán”, quien fuera segundo al mando en la organización criminal, fue abatido por las fuerzas de seguridad colombianas, Luis Orlando Padierma, alias “Inglaterra” tomó su lugar y fue abatido tres meses después.

Por “Otoniel”, líder del Clan, el Gobierno de Estados Unidos ofrece cinco millones de dólares, mientras que el de Colombia mantiene una recompensa de un millón.

Tregua

A finales de 2017 las también autodenominadas Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AUC), anunciaron a través de su página web un cese unilateral “de acciones militares ofensivas” en Colombia.

Al respecto, el presidente de ese país, Juan Manuel Santos, destacó que la banda de narcotráfico más importante de Colombia había enviado “una manifestación expresa de la voluntad de acogerse a la justicia” pero aclaró que eso significaba la apertura a negociación política pues “porque son delincuentes y narcotraficantes”.