Después de 59 años, Cuba no estará gobernada por un Castro después de que esta semana se nombrara a Miguel Díaz Canel como nuevo mandatario de la isla por los próximos cinco años. ¿Cómo fue su elección?

Aunque el gobierno cubano habla de una elección democrática, queda ciertas dudas obvias, partiendo por la ausencia de partidos más allá del Partido Comunista. 

Su sistema democrático -ja- está basado en una serie de elecciones regionales que sigue el modelo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en el que el presidente en realidad preside la asamblea  que lo eligió. En este caso La Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba.

En estas elecciones, los “parlamentarios” cubanos eligieron el Consejo de Estado de la Asamblea: Presidente, los vicepresidentes y Secretario. Éstos son definidos por el voto individual y secreto de los 600 miembros de la Asamblea.

Cuba Fidel GIF

Esos 600 representantes en la Asamblea son votados directamente por los ciudadanos cubanos. A diferencia de muchos países donde la mayoría de edad se cumple a los 18 años, en la isla desde los 16 el Estado considera a sus ciudadanos como votados y votables; así mismo los militares  y a quienes lleven más de cinco años residiendo en la isla.

En una isla con una población total de poco menos de 11 millones y medio de habitantes hasta el último censo de 2017, significa que tienen un representante por cada 19 mil 126 cubanos, en países como México esta proporción es bastante mayor, pues existe un representante por cada 259 mil 356 personas.

La última reforma electoral en Cuba fue en 1992, durante “el período especial” -una de las épocas más duras para la isla, luego de la caída de la URSS -.

Díaz-Canel, fue el único contendiente real -puesto que los otros dos aspirantes nunca fueron tomados en cuenta por la Asamblea, y hasta hoy era uno de los vicepresidentes de la Asamblea. Sin un pasado militar, como el de muchos de sus compañeros, ni con un grupo de burócratas apoyándolo tendrá un trabajo difícil como puente generacional entre la vieja guardia revolucionaria y los nuevos burócratas socialistas que, aunque no son jóvenes, podrían renovar el gobierno cubano.

Para los cubanos “comunes y corrientes”, este cambio de nombre en la burocracia puede ser poco menos que nada, pero significará uno radical en la forma de hacer política en una isla donde las cosas no cambian.

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