El ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva no se da por vencido: desde la cárcel de Curitiba, donde se encuentra recluido por una condena por corrupción, escribió su primer mensaje a sus seguidores en el que los alienta a mantener viva su candidatura, favorita para alcanzar la presidencia a pesar de su reclusión.

En el mensaje, el líder del Partido de los Trabajadores dice que ve “con tristeza el momento en el que la democracia está incompleta, con un presidente que no fue elegido por el pueblo”.

La denostada por el Congreso y su fiel seguidora, Dilma Rousseff, insiste en el mensaje asegurando que: “libre o preso, Lula será el próximo presidente de Brasil”. 

“Él no es solo una persona física, es una idea y se ha convertido en un símbolo de Brasil, en el de las oportunidades para que el pueblo pueda crecer”, dijo Rousseff en la la Feria del Libro de Buenos Aires, donde presentó La verdad vencerá, un libro escrito por el propio Lula.

“Temo por la vida de Lula, temo por la comida que ingiere y el agua que toma, temo porque impidieron que lo visite un médico”, aseguró la expresidenta, acompañada, entre otros, por miembros de la oposición argentina y por el expresidente de Colombia, Ernesto Samper.

Aunque en el PT saben que el Tribunal Superior Electoral (TSE) podría tumbar la candidatura de Lula basándose en la ‘Ley de Ficha Limpia’, la cual niega el derecho a ser elegido a cualquiera que haya sido condenado en segunda instancia (como es el caso de Lula), mantienen el optimismo y aseguran que para agosto, cuando deben inscribir las candidaturas, el nombre del expresidente estará en la papeleta.

“Lula seguirá siendo nuestro candidato, encarcelado o no”, dijo Alexandre Padilha, quien fuera ministro de Relaciones Institucionales de la administración Lula y de Salud en la de Rousseff, según versiones de prensa.

En la carta publicada, Lula también recogió el sentir de sus seguidores al destacar que “el país sufrió con la reforma del gobierno de Michel Temer el más duro golpe en los derechos conquistados por los trabajadores a lo largo del siglo XX”.

Las recientes apariciones en público de los dirigentes del PT vienen después de que dos personas resultaran heridas en la madrugada del sábado por un tiroteo contra participantes del campamento “Lula Libre” en Curitiba, las cuales permanecen allí desde el 8 de abril. En el lugar de los hechos, donde acampan cerca de 300 personas, los forenses encontraron varios casquillos de bala de una pistola 9 milímetros.

 

La policía abrió una investigación al respecto mientras la presidenta del PT, la senadora Gleisi Hoffmann, recordó que a finales de marzo pasado, en medio de una caravana en la que Lula desfilaba por el sur de Brasil, uno de los autobuses recibió impactos de bala cuando pasaban por la localidad de Quedas de Iguazú. “Lo hacen para intimidar, para que abandonemos la lucha. Es fascismo”,  dijo Hoffmann.

Ese tipo de acciones han ocurrido en un contexto en el que Lula aparece como favorito en todas los sondeos de cara a las elecciones de octubre. Solo en la más reciente encuesta, realizada por el Instituto Datafolha y publicada a mediados de abril, el líder del PT saca una amplia ventaja en todos los escenarios frente a su más cercano competidor, el ultraderechista Jaír Bolsonaro, conocido como el Trump brasileño.

Según Datafolha, la intención de voto hacia Lula bajó del 37 por ciento al 31 por ciento respecto a los datos publicados en enero, pero eso no ha amilanado a sus potenciales votantes; ellos mantienen a Lula 15 puntos por encima de Bolsonaro, teniendo en cuenta que la medición  fue realizada apenas unos días después de que Lula fuera a parar a la cárcel. De hecho, de acuerdo con la encuesta, la única forma para que Bolsonaro sea la primera elección de los brasileños, es que Lula desaparezca de la contienda o lo reemplace Jacques Wagner o Fernando Haddad, otros opcionados del PT.

Lula, Rousseff y sus seguidores se presentan como la esperanza de vivir en un Brasil que, como ya demostraron durante 13 años de gobierno, puede acabar con la pobreza y el hambre en los que estaba sumida parte de la población antes su gobierno. Pero nada indica que puedan desligarse de la corrupción en un país lleno de variables políticas y económicas proclives a los sobornos y a las intrigas, muchas de ellas relacionadas al mismo Partido de los Trabajadores que ellos lideran.

El plazo límite para que el TSE se pronuncie sobre el futuro político de Lula es el 17 de septiembre. Si se cumplen los tiempos, es probable que la justicia brasileña concluya algo definitivo antes de esa fecha. Si alarga su decisión y espera a que Lula siga en campaña desde la cárcel, y probablemente alcance la presidencia estando tras las rejas.