La promesa de campaña que llevó a Mauricio Macri a la Casa Rosada era clara: solo un neoliberal podría poner fin a la desbocada inflación y evitar una nueva crisis financiera como la que en 2001 provocó la debacle económica del país.
Dos años después de su llegada al poder, el país tiene cada vez más cerca el fantasma de una nueva crisis asusta a los argentinos que han visto un repunte desbocado del dólar que solo entre el 3 y 4 de mayo saltó un 12 por ciento frente al peso, forzando la intervención del gobierno.
Tras elevar las tasas de interés del 27,25% al 30,25 % el 30 de abril, el gobierno debió volver a meter la mano el 3 de mayo para subirlas a un 33 % y finalmente el 4 de mayo volvió a elevarlas hasta el 40 por ciento, forzando a los bancos a vender sus dólares para tratar de enfriar el ascenso del billete verde.
“Ciertas señales macroeconómicas se sumaron a algunas noticias en las últimas semanas que generaron ruido y provocaron que muchos inversores extranjeros decidieran retirar sus activos», aseguró a la prensa local Martín Alfie, economista jefe de Radar Consultores.
En paralelo al alza del dólar, Argentina ha generado dudas sobre el modo en que podrá pagar la deuda externa, teniendo en cuenta que está financiando actualmente su déficit externo con más endeudamiento, señala el analista.
Un día después de que la divisa local se devaluara un 8,6% hasta llegar al récord histórico de 23,30 pesos el dólar, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, anunció una reducción del déficit primario (que no incluye los intereses de deuda) del 3,2% al 2,7% para ahorrar 3.200 millones de dólares este año.
El ministro de Finanzas, Luis Caputo, agregó que el país no tomará más deuda, ya que el endeudamiento público aumentó en 2017 en 45.488 millones de dólares, un 16,5% más que en 2016, y alcanzó el 56,6% del PIB hasta llegar a los 320.934 millones de dólares.
Salir corriendo
El título de la columna de Kenneth Rapoza, en la revista estadunidense Forbes, especializada en finanzas, es elocuente: “Podría ser hora de salir de Argentina”.
La opinión se publica en un momento en que una corrida cambiaria estimulada por fondos especulativos produjo que el dólar se disparara 8 por ciento en un solo día. La devaluación del peso argentino superó 40 por ciento en los últimos meses. Sin embargo, “los mercados” no parecen estar satisfechos.
“Argentina se veía bien para los tenedores de los bonos de los mercados emergentes y los inversionistas de activos en dificultades a fines de 2017. Todos creían en el gobierno de Mauricio Macri. Él estaba haciendo lo correcto. Argentina iba a regresar, y de hecho ya estaba regresando a los mercados de capitales con brazos de bienvenida. La recepción ahora se está enfriando. Si no, debería ser, y será lo suficientemente pronto”, afirma Rapoza.
Desde que Macri llegó a la presidencia de Argentina (en diciembre de 2015), su agrupación política, Cambiemos, alentó el mito de que en el exterior había mucha confianza sobre la marcha de la economía del país sudamericano.
Sin embargo, dos de sus ministros, Juan José Aranguren, de Energía, y Nicolás Dujovne, de Hacienda, confesaron públicamente que tenían sus fortunas en paraísos fiscales porque la economía —que está en sus manos— no les inspiraba confianza.