Por primera vez en más de cincuenta años, los colombianos acuden a las urnas tras el final del conflicto armado. O al menos, eso es lo que el gobierno saliente quiere instalar en la opinión pública, pues el acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc cerró tan solo un frente de un país con varios conflictos armados de baja intensidad sin que ello implique el final de la violencia.
Las elecciones de este domingo marcarán precisamente el norte del acuerdo de paz: el favorito de todas las encuestas es Iván Duque, el ahijado político de Álvaro Uribe. Su ascenso en las mediciones responde única y exclusivamente al respaldo de Uribe, quien ha sabido canalizar el descontento ciudadano con un acuerdo que para muchos sabe a impunidad.
Aunque nada de esto pesó 10 años atrás, cuando el propio Uribe alcanzó un acuerdo con sus aliados paramilitares que en la práctica incluía unas condiciones muy similares al alcanzado con las Farc, hoy en día el pacto será el eje sobre el cual se mueva el electorado colombiano.
Por eso, Uribe y su candidato apuestan por una victoria en primera vuelta: saben que el discurso beligerante y crítico con la paz de Juan Manuel Santos podría ser derrotable en una eventual segunda vuelta, cuando se conforme una coalición por la paz.
De no haber sorpresas y considerando que las encuestas lograron una proyección acertada, los colombianos decidirán el futuro del país en una segunda vuelta entre Iván Duque y Gustavo Petro. Dos polos completamente opuestos que podrían ampliar las divisiones de un país ya fracturado.
Curiosamente, estas elecciones no solo eligen al presidente y vicepresidente sino que Colombia se juega una fractura social que si bien podría no ser eterna, podría marcar los caminos de las próximas elecciones.
Para muchos, especialmente en la derecha, el país está al borde de convertirse en Venezuela, aun cuando el candidato que mayor simpatía tiene por Venezuela cuenta con un 29 por ciento de las preferencias y el Congreso estará dominado por fuerzas derechistas.
Aun así, el fantasma del “Castrochavismo” ha sido una de las banderas de la derecha para movilizar votantes a partir del miedo. Incluso, llegaron a montar vallas publicitarias con mensajes como “vota por Duque para no vivir como venezolanos”.
Lo que verdaderamente está en juego en estas elecciones es el paso a la segunda vuelta donde se podría producir una sorpresa de concretarse la supuesta remontada del candidato de centro, Sergio Fajardo, la carta con más posibilidades de ganar al uribismo en una segunda vuelta.