Cada vez que resurge la idea de despenalizar la práctica del aborto, una horda de fervientes “pro vida” sale a defender la limitación del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos. Sus armas van desde párrafos de la Biblia hasta ideas donde la supuesta libertad de las mujeres es precisamente llevar un hijo no deseado hasta el final de los días.
Desde Mal Salvaje hemos recopilado la mayor cantidad posible de aberraciones silogísticas con las que un grupo quiere imponer su visión del mundo a la sociedad izando muchas veces la bandera de la defensa de la vida para esconder otra larga lista de valores que a la larga enfundan un par de cosas más allá.
Los ejemplos:
-La lista debe comenzar con aquellos que apelan a bebes exitosos que no lo debieron haber sido. Esas casualidades de la vida y errores estadísticos que, a diferencia de la ciencia, en este caso sirven como evidencia de que si un feto viene con malformaciones, no necesariamente debe ser abortado. Emmmm, eso solo pasa “a veces”. La frase suele apelar a personajes como John Lennon o Napoleón.
-Una corriente similar pone de ejemplo a las madres “abnegadas” con cosas como: “el doctor le dijo que su feto no tenía futuro y hoy tiene 15 años” o apelan a la lotería: “no hay certeza de que un feto es viable o no”. En este caso, la frase está emparentada con la mentira. Además abre la puerta al razonamiento contrario: si se sabe que no vivirá, ¿se puede abortar entonces? Y además-además pone el énfasis en que puede vivir sin importar la calidad o duración de esa vida, mientras nazca, no importa que muera en dos semanas.
El trauma del aborto
-Cuando se habla de la violación como una razón suficiente para que una mujer decida abortar un embrión no deseado viene el argumento del trauma, del segundo trauma. El aborto entonces pasa a ser una violación aun cuando la persona dese hacerlo. En esa línea se habla también de que el aborto no es un “desviolador”. En este sentido, el aborto es un trauma, no un asesinato, por lo que los argumentos “pro-vida” se van por el desagüe. Entonces si el aborto no es un trauma, al ser legal, consensuado y practicado en una clínica con garantías médicas, bienvenido. ¡Eureka!
-Siempre respecto a una violación se suele decir: “la culpa será peor cuando se aborta que cuando se da en adopción”. Esto, como si hubiese un medidor de la culpa y como si aquellos que lo dicen pudieran comparar algo que probablemente solo la experiencia personal pueda medir. Entonces ¿no se trata de defender la vida sino el cargo de conciencia? Ajá.
¿Quién decide?
-Bajo esta corriente y según los pro-vida, nadie. Nadie puede decidir sobre la vida del otro. Esta frase implica una defensa implícita del ejercicio de la voluntad. Nadie más que uno decide por uno. Entonces el aborto sería válido solo si el feto pudiera decidir. Pero ojo, señores: el feto no razona, ergo, el feto no es una persona, ergo, no es una persona. Entonces sí que alguien puede decidir por la vida en cuestión: la mujer que con su autonomía y voluntad puede tomar el camino que le resulte mejor.
-Solo Dios puede decidir. Este argumento es uno de los primeros en salir a flote en una discusión sobre el aborto. ¿Cuál Dios? ¿Yahvé, Alah, Toantzin? ¿Dios el misericordioso que cada que se emberraca manda una avalancha para lavar de pobres al mundo? Lo complicado de argumentar desde la fe es que se quiera normar los derechos y deberes de una sociedad a partir de lo que muchos pueden considerar ficción. Todo aquello que necesita de fe para ser cierto, no debe ser considerado válido en la discusión de un marco normativo terrenal.
La vida comienza en la concepción
– Esta corriente trata de enfrentar la ciencia con dogmas religiosos. A pesar de que existe un consenso respecto a que una mórula no puede ser considerada un feto hasta las 12 semanas de gestación, hay algunos que insisten en que toda célula reproductiva es una vida. La burla más frecuente hacia este grupo apunta a que deberían impulsar también un campaña contra la masturbación.
La responsabilidad sexual
-Buena parte de los argumentos en contra del aborto apuntan a las mujeres que abortan. A su responsabilidad en términos de salud sexual y reproductiva. “No les gustó abrir las piernas”, dicen muy sueltos de cuerpo, poniendo énfasis en la responsabilidad. Así, aquel feto debe ser una lección moral de responsabilidad. No importa que lo desee. No importa que lo ame. “Si disfrutó el sexo, que lo asuma”. Esta idea no solo considera la vida ajena como un castigo a la irresponsabilidad sino que de cierta forma considera al aborto como un proceso deseado. Nadie quiere practicarse un aborto, pero desconocer que se realizan es tapar el sol con un dedo. Entonces su despenalización solo apunta a sacar de la penumbra una práctica tan antigua como la vida humana y a dar condiciones favorables para que el proceso traumático no sea también un peligro mortal.