La puerta de salida para Jorge Olivares Castro, de 84 años, fue un disparo en la cabeza: tras hacer un pacto con su esposa, Elsa Ayala Castro, de 89 años y con la que estuvo casado 55 años, decidieron que la vida no tenía nada que ofrecerles y con un disparo por cabeza, abandonaron este mundo.
Ellos fueron el último caso mediático de un fenómeno chileno: la tasa más alta de suicidios en el país se da entre las personas mayores: entre 2010 y 2015, un total de 935 mayores de 70 años se suicidó en el país, según datos de las últimas Estadísticas Vitales 2015 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) publicados por el diario La Tercera.
La realidad es más dura si se mira más allá. Los mayores de 80 años tienen la tasa más alta de suicidios del país, con 17,7 suicidios por cada 100 mil habitantes, seguido por las personas de entre 70 y 79 años, que tienen una tasa de 15,4. El promedio nacional, es de 10,2, según un estudio de la Fundación Míranos.
El trabajo, realizado a partir de datos de defunciones del Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Estadísticas entre los años 2002 y 2015, muestra que para el año 2015 en el grupo de 20 a 39 años la tasa de suicidio llegó a 12,5, mientras que para los mayores de 60 años la tasa fue de 14.
Pero, la pregunta que surge es ¿por qué se suicidan? Si tomamos en cuenta que la tasa de suicidios entre las personas mayores en países como Brasil es de 9,6 por cada 100.000, los datos de Chile muestran que algo no anda bien en el país.
Uno de los datos más duros hay que buscarlo en las pensiones. En la fiesta neoliberal de la dictadura y sus amigos, la privatización en el sistema de jubilación de Chile aparecía como la solución a todos los problemas: lo que antes se distribuía de forma solidaria entre los jubilados, alimentado por el dinero de la fuerza laboral en ejercicio, pasó a un sistema de cotización personal que permitió a los administradores especular con el dinero y cobrar por ello.
Hoy en día, la jubilación promedio de un chileno es de 209.981 pesos, muy por debajo de los 276.000 pesos del sueldo mínimo en el país. Al ser promedio esconde dramas como el hecho de que las mujeres reciban tan solo 94.000 pesos, muy por debajo de la línea de la pobreza, fijada en 160.253 pesos chilenos.
La falta de una vivienda es otro factor a considerar en el análisis. Se estima que en Chile hay un déficit habitacional de medio millón de viviendas. Una parte importante de quienes no tienen casa o tienen serios problemas para pagarse un alquiler con ese nivel de pensiones, son adultos mayores, lo que aumenta la sensación de desprotección.
Según explicó a La Tercera José Miguel Aravena, director de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile, los principales factores que predisponen al suicidio en adultos mayores son la soledad, depresión, morbilidad y dependencia.
Lamentablemente, advierte Aravena, es un tema que socialmente carece de la relevancia que merece. “Existe un bache muy grande en la pesquisa de salud mental en adultos mayores, casi el 50% de los medicamentos que se recetan para depresión son inapropiados para adultos mayores”, ejemplifica. Y los estudios muestran que la población con diagnóstico psiquiátrico presenta un riesgo de suicidio entre seis y 20 veces mayor que la población general.