La idea infantil de que el cambio climático no va a cambiar la vida de la humanidad solo ha servido para encumbrar a los amantes de la conspiración como Donald Trump. Sin embargo, si eres un consumidor de cerveza, el pataleo de que se trata de un invento progresista no te servirá de mucho cuando los precios de la bebida alcohólica favorita de occidente se disparen.
Según una investigación de las universidades de California Irvine y East Anglia, los cambios bruscos en el clima están afectando ya la producción de cebada… y sin cebada no hay cerveza.
De acuerdo a este estudio, en el mejor de los casos, la cerveza duplicaría su costo debido a las cada vez más prolongadas y duras sequías y temporadas de inundación. Si bien muchos agricultores ya se están preparando para estos cambios con plantas diseñadas para sobrevivir mejor estos cambios (ya sea de forma ‘tradicional’ o a través de transgénicos), muchas zonas del mundo no estarán listas para ello.
Este problema, como todos, no sólo es la producción de cebada en estas condiciones adversas que nosotros mismos creamos, sino que las modificaciones en la producción de granos y cereales afectaría, por ejemplo, el alimento que se le da al ganado: menos sorgo, soja, maíz y trigo obligarían a los ganaderos a alimentar sus ganados con cebada.
La cebada, de hecho, se usa principalmente para alimentar ganado: solo una sexta parte se dedica a la producción de cerveza, sin embargo, de acuerdo a este estudio, conforme se agrave la situación, el consumo se reducirá y los costos aumentarán. En algunos países, como Polonia, el costo de la cerveza se multiplicaría hasta seis veces, mientras que en países productores de cebada, como Estados Unidos y Canadá se duplicaría.
La cerveza, nos cueste aceptarlo o no, es un bien suntuario: no es necesaria para la supervivencia y, si no se reduce la producción de gases invernadero para el 2100, podríamos decirle adiós a una bebida que ha estado con nosotros desde el antiguo Egipto.