El mundo está teniendo un comportamiento que podría parecer ilógico: desde la aprobación del Brexit en el 2016, el triunfo del No a la paz en Colombia en un referendo y el ascenso al poder de Donald Trump, desde distintos sectores se ha mirado a esos países con sorna: ¿cómo pueden estas sociedades tomar esas decisiones sin avergonzarse? parece ser la pregunta con que se los juzga.
Hoy es Brasil el que se sube al carro de la vergonha. Lo que algunos han llamado ola ultraconservadora que se extiende por el mundo podría arrollar este domingo al país, donde Jair Bolsonaro debe infligir, salvo un vuelco espectacular, una derrota histórica al candidato de izquierda Fernando Haddad.
La llegada al poder de Bolsonaro, de 63 años, asestaría un golpe letal al Partido de los Trabajadores, después del impeachment de la presidenta Dilma Rousseff en el 2016 y del encarcelamiento de su líder fundador, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, condenado a 12 años de cárcel por corrupción.
La victoria de Bolsonaro, que en sus 27 años como diputado se destacó por sus insultos a mujeres, negros y homosexuales y por su defensa de la dictadura militar (1964-1985), parecía impensable hace unos meses.
Pero el excapitán del Ejército, con propuestas como la de flexibilizar el porte de armas y sus denuncias contra la corrupción, se afirmó como única alternativa ante una población hastiada de la violencia y los escándalos.
En un país donde casi 64,000 personas fueron asesinadas en el 2017, Bolsonaro estuvo a punto de convertirse en una víctima más el 6 de septiembre, cuando un exmilitante de izquierda le asestó una puñalada en el abdomen durante un mitin electoral.
El atentado lo humanizó a ojos de muchos electores y la convalecencia le dio un argumento suplementario para ausentarse de los debates televisivos, a los que ya era reticente.
Sin freno
La prédica de Bolsonaro permeó en todos los sectores, gracias al hábil manejo de las redes sociales.
Según el diario Folha de S.Paulo, varias empresas financiaron ilegalmente su candidatura, comprando miles de paquetes de mensajes de WhatsApp para hacer campaña a su favor y difamar a su adversario.
El mercado acabó por darle su apoyo, tras el derretimiento de candidaturas de centroderecha más “presentables”.
La adhesión se volvió entusiasta cuando Bolsonaro anunció que su ministro de Hacienda sería Paulo Guedes, partidario de privatizaciones masivas para reducir la deuda pública y relanzar la actividad, después de dos años de recesión y otros dos de débil crecimiento.
De acuerdo al presidente del Partido Social Liberal, Gustavo Bebianno, Bolsonaro también quiere al juez del Lava Jato, Sergio Moro, en la Corte Suprema, en caso de que gane los comicios y tenga que proponer un nombre para cubrir una vacante en el tribunal.