La respuesta al titular es, tristemente, probablemente nada. Aun así, hay que recordar que el gobierno de Nicolás Maduro tiene fecha de caducidad: jueves 10 de enero de 2019. El artículo 231 de la Constitución vigente en Venezuela establece: “El candidato elegido o candidata elegida tomará posesión del cargo de Presidente o Presidenta de la República el diez de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional”. Ese día “el candidato elegido” debe iniciar un nuevo sexenio. Así lo reseña.

Allí comienza el enredo. Para el chavismo no hay duda de que Maduro alcanzó la reelección en las elecciones del domingo 20 de mayo que ellos califican como “muy transparente y justas”.

Sin embargo, la oposición venezolana, las potencias occidentales encabezadas por Estados Unidos y los países que integran la Unión Europea así como la mayoría de las naciones latinoamericanas, calificaron ese proceso de fraudulento y desconocen sus resultados.

Tratando de evadir la norma constitucional, el jefe de Estado se juramentó el 24 de mayo ante la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente (ANC) para dar por hecha su continuidad en Miraflores.

“Podemos decir que hemos tenido unas elecciones legales, justas, legítimas y por eso he venido a entregar mis credenciales emanadas de la voluntad popular”, expresó Maduro en su discurso ante la ANC, foro que tampoco es reconocido por Occidente.

A pesar de la parafernalia de la “sesión solemne” y de las palabras del gobernante, el ministro de Asuntos Exteriores de España, Josep Borrell, acaba de remarcar la raya amarilla sobre la legitimidad del Ejecutivo.

La existencia de la fecha límite ha generado todo tipo de especulaciones. Algunos señalan que este “Día D” figura entre los motivos que llevan al régimen chavista a tratar de negociar con EEUU y la Unión Europea. Otros han planteado la posibilidad de que el oficialismo acelere la aprobación de una nueva Constitución y hasta convoque unos comicios generales para zafarse de esa camisa de fuerza.

Al margen de rumores y cálculos, las fichas políticas no se mueven y lo único que avanza inexorable es el reloj. Como hace exactamente seis años, el 10 de enero se convierte en un quebradero de cabeza para la llamada revolución bolivariana. Aquella vez a causa de la enfermedad de Hugo Chávez, quien no pudo volver de Cuba para asumir su nuevo periodo. Y ahora por los cuestionamientos contra la reelección de Maduro.


Con información de Venezuela al Día