Bolivia siempre será una tierra de sorpresas donde la realidad a veces toca los márgenes de lo creíble: un país donde la verosimilitud está en constante prueba y la política no es la excepción.
Las elecciones primarias que el Tribunal Supremo Electoral fijó para el 27 de enero tiene una particularidad absurda: ningún partido político presentó más de un binomio, por lo que no habrá competencia y serán solo una especie de simulacro de la elección presidencial.
El gran beneficiario, dicen analistas, es Evo Morales: esta elección serviría para ratificar su dudosa candidatura y darle legitimidad a una postulación ilegal según lo votado en referendo nacional el 21 de febrero de 2016 por los bolivianos.
Según versiones de prensa, estas elecciones tendrán un costo de 27 millones de bolivianos, casi cuatro millones de dólares.
Ahora que el absurdo está sobre la mesa, los candidatos han comenzado a cuestionar las primarias después de haber inscrito sus postulaciones.
Uno de esos fue el ex presidente Carlos Mesa, representante del pacto Comunidad Ciudadana.
“¿Primarias? No hay competencia interna. El padrón no es creíble. Es una dilapidación de dinero. En estas condiciones esas ‘elecciones’ no tienen ningún sentido. No se deberían realizar”, escribió Mesa en su cuenta de Twitter.
Su pedido fue coreado por varios periodistas influyentes en el país y se pide que los seis vocales del TSE cancele la elección y registrar cada uno de los binomios presentados de manera oficial, tras revisar si cumple con los requisitos previstos.