El optimismo opositor por un posible cambio de gobierno en Venezuela nunca fue tan alto. Ni siquiera en abril del 2002, cuando un recién estrenado Hugo Chávez fue derrocado brevemente en medio de protestas y un alzamiento militar que no prosperó.
Las cosas han cambiado y después de 20 años de “revolución bolivariana” con una crisis humanitaria sin precedentes en la historia reciente del país, Venezuela está a punto de ver un cambio de gobierno. O al menos ese es el discurso que la oposición, con ayuda de la comunidad internacional, ha logrado establecer: Nicolás Maduro está a punto de caer.
Como se ha dicho y se dirá, la cosa depende del ejército. El único asiento del poder para Maduro. Con dos presidentes después de la proclamación de Juan Guaidó como presidente encargado, la bicefalía del país es insostenible y la presión aumenta para que, al menos, Maduro convoque a nuevas elecciones.
Para calentar la calle, un lugar perdido para el chavismo, Guaidó convocó a dos manifestaciones esta semana. El miércoles y el sábado. Si las cosas se dan como en el pasado, en estas movilizaciones morirán manifestantes a manos de las fuerzas del Estado, un hecho que aunque es una triste tradición, podría valer como excusa para las potencias extranjeras que quieren meter la mano en Venezuela.
Estados Unidos advirtió eque habrá una “respuesta significativa” a cualquier amenaza contra la oposición en Venezuela o contra diplomáticos estadounidenses en ese país.
“Cualquier acto de violencia e intimidación contra el personal diplomático de Estados Unidos, el líder democrático de Venezuela, Juan Guaidó, o la propia Asamblea Nacional (parlamento de mayoría opositora) representaría un grave ataque contra el Estado de derecho y recibirá una respuesta significativa”, aseguró el consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Bolton, en Twitter.
Si bien Bolton no dirigió su advertencia a grupos o individuos específicos, en otro tuit vinculado señaló que el “apoyo y control de Cuba sobre la seguridad de Maduro y las fuerzas paramilitares son bien conocidos”.
Estados Unidos reconoce como presidente interino de Venezuela a Guaidó, quien se proclamó el miércoles luego de que el Congreso declarara a Maduro “usurpador” por iniciar el 10 de enero un segundo mandato considerado ilegítimo por parte de la comunidad internacional, que estima que su reelección fue fraudulenta.
Coqueteando con el ejército
La oposición sabe bien que la llave del poder es un fusil. El Ejército, al menos su cúpula, juró lealtad a Maduro la semana pasada y la principal razón de este apoyo irrestricto es básicamente el miedo a los procesos judiciales que podrían enfrentar muchos oficiales por una larga lista de delitos desde el desfalco de empresas públicas hasta crímenes de lesa humanidad.
Para aplacar ese miedo, simpatizantes de la oposición entregaron copias de una propuesta de ley de amnistía que considera la Asamblea Nacional en los puestos militares.
El congreso trabaja desde hace semanas en ese plan para los civiles y militares que colaboren en la transición, pero los diputados tiene que maniobrar entre la política y el derecho internacional, que impone ciertos límites para otorgar ese beneficio, reseñó Reuters.
Pequeños grupos tenían previsto acudir a puntos militares y policiales, como alcabalas y batallones, entre otros, a entregar copias del proyecto de ley a los uniformados que vigilan los accesos.
“Llegamos hasta la puerta del batallón Girardot, salió un comandante y nos dio la espalda. Igual vamos a seguir entregando la ley entre militares conocidos y familiares de militares”, dijo a la agencia británica Juvenal Timaure, representante del Frente Amplio en Coro, capital del estado Falcón, en el extremo noroccidental de Venezuela.
El ultimatum
La presión internacional ha sido un factor determinante en los últimos días para aumentar la presión sobre Maduro. La última de estas acciones llegó desde Europa con el ultimatum que dio la UE al gobernante para convocar elecciones en ocho días o si no reconocerán a Guaidó.
Obviamente, Venezuela rechazó el plazo y defendió la legitimidad de Maduro.
“¿De dónde sacan ustedes (…) que pueden dar un ultimátum a un gobierno soberano?”, preguntó el canciller Jorge Arreaza en una sesión especial del Consejo de Seguridad sobre Venezuela. “Nadie nos va a dar a nosotros plazos, ni nos van a decir si se hacen elecciones o no” en Venezuela, afirmó, y opinó que “Europa [está] poniéndose a la cola de Estados Unidos”.
“¿Dándonos ocho días de qué? ¿De dónde sacan ustedes que tienen potestad alguna para a un país soberano darle plazo o ultimátum? ¿De dónde se les ocurre semejante acción injerencista y hasta infantil?”, lanzó, y remarcó que la UE no tiene “potestad alguna” para dar plazos al Gobierno de Venezuela. “Es una actitud infantil. Dedíquense a sus asuntos”, completó.
Así, la mesa está servida para que esta semana se decida el futuro del país. Tristemente, las perspectivas auguran que la salida no será pacífica.