¿Qué hace falta para que Nicolás Maduro abandone el poder? La pregunta ha salido de Venezuela y ronda los titulares de la prensa mundial sin una respuesta más allá de la reiteración de que el apoyo militar, o su retiro, definirá el futuro de la revolución bolivariana.
Eso lo sabe muy bien Maduro, por eso ha estado coqueteando con el conflicto armado como una forma de disuadir a los opositores y comunidad internacional. La semana pasada, en pleno show de la “5.000 tropas para Colombia” del asesor de seguridad de Donald Trump, Maduro lanzó un video dirigíendose al “pueblo de Estados Unidos” en el que entre otras cosas decía que nadie quería otro Vietnam.
Este domingo, cuando se cumplía el plazo dado por la Unión Europea para que el líder convoque a elecciones o se reconocerá a Juan Guaidó como presidente, se emitió una entrevista en la televisión española donde Maduro insistió con la idea del conflicto:
“Venezuela se está armando”, dijo para detallar que lo hace de foma profesional, constitucional y militar para defender su “derecho a la paz”.
“Nos preparamos para defender a nuestro país”, ha señalado el mandatario desde el palacio de Miraflores. Maduro ha ordenado esta semana la creación de 50.000 unidades populares de defensa. “Estas unidades tienen acceso al sistema de armas y tienen entrenamiento militar. En caso de un conflicto local o regional, el pueblo sabe qué hacer y a dónde ir. Se llama guerra del pueblo”, ha añadido.
“Si quieres la paz, prepárate para defenderla. Nosotros nos estamos preparando para proteger la paz”, ha insistido el presidente.
Maduro ha comparado la estrategia estadounidense en Venezuela con lo ocurrido en Irak con Sadam Husein y Libia con Muamar al Gadafi. “Nosotros vamos a impedir que se cometan los errores y horrores como los que se cometieron en Libia e Irak”, ha señalado.
El presidente venezolano ha realizado este domingo una nueva visita a las fuerzas armadas. “Estamos en tiempo de defensa de nuestra independencia. ‘Ser o no ser’, decía el gran Shakespeare. Ese es el dilema hoy, ser o no ser, ser patria o ser colonia, ser Venezuela o ser la nada”, ha afirmado ante las tropas.
“Hoy se decide el futuro de Venezuela. Si se va a convertir en una estrella de la bandera gringa o va a seguir ondeando su tricolor con sus ocho estrellas libres y soberanas”, arengó el jefe de los bolivarianos este domingo en su discurso en la base naval de Turiamo. La trascendencia que otorga a los militares se confirma con su presencia constante en los cuarteles: siete veces en ocho días.
Fieles milicianos para consolidar la batalla interna militar y la sutil diplomacia bolivariana, con ayuda de los amigos del exterior, para combatir el ultimátum europeo, que venció en la medianoche con todo lo contrario a lo exigido. Maduro apuesta por disolver la Asamblea Nacional, el único poder del Estado reconocido por Europa. “¿Quieren elecciones, quieren adelanto de elecciones? Vamos a elecciones parlamentarias pues”, se pavoneó ante su gente.
El mandato de los diputados termina, según la Constitución, en 2021. Maduro rechaza de esta manera las pretensiones europeas de convocar a unos comicios presidenciales. Según las encuestas perdería por el 60% de diferencia ante Guaidó.
Desconocimiento
El Gobierno español hará efectivo este lunes el reconocimiento a Guaidó como presidente de Venezuela mediante una declaración institucional pronunciada por el presidente del Gobierno Pedro Sánchez en el Palacio de La Moncloa a las 10 de la mañana de este lunes.
“No aceptamos ultimátums de nadie. Es como si yo le dijera a la UE que le doy siete días para reconocer la república de Catalunya o si no, vamos a tomar medidas”, respondió al Gobierno español el hijo de Chávez, aprovechando la entrevista con la televisión española. “Los bolivarianos no nos rendimos. Nosotros somos, como dice Zapatero, como los vietnamitas; luchamos hasta con las uñas”, explicó Maduro.
El Parlamento anunció mientras que solicitará a la UE que “proteja” los activos de la nación en el continente, tal y como ya ha sucedido en EEUU. Guaidó también reclamará a los embajadores en Caracas que no abandonen el país, sea cual sea la decisión bolivariana tras hacerse oficial la postura europea.
La decisión de los países europeos más importantes, pese a las negativas y reticencias de Italia y Grecia, sitúa a Maduro ante una coyuntura desconocida en 20 años de revolución. Importante tomar en cuenta: si una persona ya no es considerada presidente, pierde la inmunidad frente a los tribunales de los países que han oficializado tal desconocimiento.
Pese a todo, el líder oficialista no da un paso atrás. Tal y como ha adelantado en sus conversaciones con dirigentes extranjeros, Maduro está decidido a resistir hasta el final. La connivencia con el generalato garantiza al jefe bolivariano el control militar hasta ahora, pero las dudas en torno a oficiales y tropa no han remitido. De ahí el llamado a dos millones de milicianos para que formen parte de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) después de realizar el servicio militar.
También quiere reemplazar las centenares de deserciones de la Guardia Nacional Bolivariana con los mismos milicianos, temeroso de su lealtad desde que 27 de ellos se sublevaran el día 21 de enero en el cuartel de Cotiza. La web Punto de Corte, cercana al chavismo disidente, ha denunciado que los rebeldes han sufrido torturas en el centro de Contrainteligencia Militar, en especial su líder, Luis Bandrés.
Los milicianos son civiles armados por el Gobierno que provienen de sus bases: afiliados al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), consejos comunales y las Unidades de Batalla Bolívar Chávez, sin preparación y que perciben un salario mínimo. El chavismo los usa en tareas de orden público, como vigilar hospitales, supermercados, hasta el Cuartel de la Montaña, donde descansa el cuerpo de Hugo Chávez.
Se trata en definitiva de una especie de policía amateur, aunque su presencia física no sea profesional. Los entrenamientos que realizan de forma esporádica, en tiempo de maniobras militares, provocan el estupor entre el resto de la población. Las redes sociales se llenan con esos vídeos, que rozan lo humorístico.
Otra de sus funciones es la de engordar las concentraciones oficialistas, como sucedió el sábado en Caracas, donde sus uniformes destacaban mezclados entre las camisas rojas. La cifra de dos millones de milicianos, que el Gobierno usa en las últimas semanas en sus discursos, no es real, según los expertos.
Este llamado presidencial revela muchas cosas. La primera es que está mermando aceleradamente el pie de fuerza militar por deserciones y bajas. Los jóvenes no han atendido el llamado previo a inscribirse en el Ejército, pues no parece fuente de orgullo ingresar a la FANB y no resuelve tampoco sus necesidades económicas.
Las deserciones han hecho mella durante los últimos meses. Al menos 4.000 uniformados han abandonado los cuarteles, algunos para marcharse fuera del país y otros para ganarse la vida en otros lados, inclusive las minas de oro del oriente venezolano.
También están encontrando resistencias a las órdenes de reprimir y esperan reforzarlas con el personal de la milicia inscrito en el partido oficialista PSUV.