España es ingobernable y el fracaso del proyecto de Pedro Sánchez, pegado con saliva y votos de una mescolanza de sectores, empujó al país a unas nuevas elecciones generales que según encuestas podrían terminar con la ultraderecha dentro de la coalición de Gobierno.
Pedro Sánchez anunció que las elecciones generales serán el 28 de abril, cerrando un mandato de ocho meses y medio que comenzó el pasado 2 de junio tras ganar una moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy, la primera que triunfó en la historia de la democracia española.
Serán las terceras elecciones dentro de una misma legislatura y a pesar de que las encuestas muestran a las tres derechas sumando una mayoría absoluta, el resultado aun no está cerrado.
La derrota en los Presupuestos ha sido clave para tomar esta decisión. Desde que el pasado jueves 7 de febrero el presidente decidió lanzar un ultimátum a los partidos independentistas con los que el Gobierno negociaba las cuentas de 2019 la suerte estaba echada. El viernes 8 la número dos de Sánchez, Carmen Calvo, comunicó a los independentistas la última oferta y dio por rotas las negociaciones poco después porque Pere Aragonès y Elsa Artadi no aceptaron las condiciones en cuestión de minutos.
A partir de ahí, el Gobierno de Sánchez asumió que las cuentas no verían la luz y ni siquiera serían tramitadas en el Congreso y se empezó a preparar la estrategia electoral. El lunes Sánchez y su núcleo duro decidieron la fecha del 28 de abril para las generales. Dos días después, los Presupuestos fueron tumbados y comenzó el relato de los socialistas: situar a los independentistas votando en contra de las cuentas “más sociales de la historia” junto a PP y Ciudadanos, y viceversa.