La telenovela venezolana está entrando en un nuevo capítulo que -como cada acción de las partes en disputa- podría desencadenar una intervención militar en el país: tras su salida de Venezuela para participar en el show de la ayuda humanitaria el 23 de febrero, Juan Guaidó podría ser detenido a su regreso ya que contaba con una prohibición de salir del país de parte de la justicia chavista.

Para salvar el cuero, Guaidó anunció su regreso acompañado de una manifestación, apostando a que la participación popular evitará su detención. A esto se suma el encuentro que tuvo con el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, durante el encuentro del grupo de Lima en Colombia. 

La entrada de la ayuda humanitaria “sí o sí” a Venezuela no pudo concretarse porque Maduro, tomó la decisión de resistir y atrincherarse en el Palacio de Miraflores. Hay quienes dicen que no es él, sino sus factores radicales quienes le impiden buscar la salida negociada. De cualquier manera, su discurso apunta a un reto a Guaidó y a Trump. A Guaidó ya lo amenazó con cárcel en una entrevista concedida a ABC News este martes. Y a Trump le elevó el costo de su salida del poder atricherándose, es decir, el mensaje que envía el régimen es que la cúpula prefiere morir de pie antes que bajo una negociación o transición acordada. 

Por su parte, Juan Guaidó entendió el mensaje de Maduro, y entendió que a lo interno del estamento militar hace falta un pronunciamiento en bloque, carece de un liderazgo en los cuadros medios que permita capitalizar y canalizar el descontento con Maduro. De hecho, en un mensaje difundido esta semana, Guaidó reconoció que todavía falta mucho por construir y tender puentes con los militares. Aceptó ser presidente para despachar en Caracas, no en el exterior. Y se alista para regresar a Venezuela en los próximos días.

De nuevo el choque de trenes. Es un segundo round. Quizás mucho más definitorio que el primero con la ayuda humanitaria. Guaidó ha elevado la apuesta. Quiere retornar al país rodeado de una multitud que lo acompañe en una nueva manifestación. Estados Unidos tomará acciones si algo llegara a ocurrirle a Guaidó o a su familia. Y Maduro eleva también su apuesta.

Si Maduro elige poner tras las rejas a Guaidó, posiblemente estaría provocando un desenlace violento de su régimen. Estados Unidos ha demostrado no necesitar de autorización de ningún organismo para actuar militarmente cuando lo considere. Esta sería la acción más atrevida. Desesperada. Y obligaría a Donald Trump a proceder con su última carta, pues se sabe, nadie -ni siquiera el propio Trump- apuesta por una salida violenta del régimen.

Y si elige no dañar su integridad, entonces Maduro probablemente esté intentando proceder como ya lo anticipó el ex vicepresidente José Vicente Rangel: dejar que “Guaidó se cocine en su propia salsa”, algo que tampoco podría terminar demasiado bien, pues le daría margen de maniobra a su adversario.