Frente al océano
bajo el acantilado
sobre la pared de granito
esas manos
abiertas
Azules
Y negras
Del azul del agua
Del negro de la noche
El hombre llegó solo a la cueva
frente al océano
Todas las manos son del mismo tamaño
estaba solo
El hombre solo en la cueva miró
en el ruido
en el ruido del mar
la inmensidad de las cosas
Y gritó
A ti que tienes nombre a ti que estás dotado de una identidad te amo
Esas manos
del azul del agua
del negro del cielo
Planas
Apoyadas abiertas sobre el granito gris
para que alguien las viera
Yo soy el que llama
Soy aquél que llamaba que gritaba hace treinta mil años
Te amo
Grito que quiero amarte, te amo
Amaría a quien sea que me escuchase gritar
Sobre la tierra vacía quedarán esas manos en la pared de granito
frente al estruendo del océano
Insoportable
Ya nadie escuchará
Ni verá
Treinta mil años
Aquellas manos, negras
La refracción de la luz sobre el mar hace temblar a la pared de piedra
Soy alguien soy el que llamaba el que gritaba en esa luz blanca
El deseo
La palabra aún no se inventó
Él miró la inmensidad de las cosas en el estruendo de las olas, la inmensidad de su fuerza
y después gritó
Por encima de él, los bosques de Europa,
sin fin
Él se levanta en el centro de la piedra
de las galerías
de los caminos de piedra
de todas partes
A ti que tienes nombre, a ti que estás dotado de una identidad,
te amo con un amor indefinido
Había que bajar del acantilado
vencer el miedo
El viento sopla desde el continente y empuja al océano
Las olas luchan contra el viento
Avanzan
demoradas por su fuerza
y pacientemente llegan
a la pared
Todo se estrella
Te amo más allá de ti
Amaría a quien sea que escuchara que grito que te amo
Treinta mil años
Llamo
Llamo a aquél que me responderá
Yo quiero amarte te amo
Después de treinta mil años yo grito frente al mar, el Espectro blanco
Yo soy el que gritaba que te amaba, a ti.