A cinco meses de las elecciones presidenciales -fijadas para el 27 de octubre próximo- y a poco más de dos de las PASO -las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias que se realizan en Argentina desde 2011-, el escenario político en ese país comienza a decantarse. Con su decisión de competir como compañera de fórmula de quien fuera su jefe de gabinete y ex rival político, Cristina Fernández dio el primer golpe y remeció el tablero en un país donde la mayoría apostaba a que sería ella la carta presidencial de su sector.

Al entregarle la candidatura a Alberto Fernández, la exmandataria apuesta a ampliar su base de apoyo a sectores peronistas críticos del kirchnerismo, consciente de que sin ese sector sus posibilidades de ganar en una segunda vuelta electoral se verían mermadas por su alta tasa de rechazo. Pero la sorpresiva jugada abrió varias interrogantes, tanto sobre sus verdaderas motivaciones como sobre los efectos que ella podría tener en el ordenamiento político argentino.

Saber dónde está realmente el poder es clave en política, y pocos dudan en Argentina que en un eventual gobierno de Alberto Fernández, el poder real estará en la oficina de la expresidenta. Por eso, la vieja frase de “Cámpora a la Presidencia, Perón al poder” volvió a escucharse por estos días.

No deja de ser sintomático que quien anunciara la candidatura no fuera Alberto Fernández, sino la propia exmandataria a través de un video. Por ello, más que altruismo detrás de la decisión de Cristina Fernández hay un evidente cálculo político. No por nada, ésta se anunció solo días antes de que la expresidenta compareciera por primera vez en tribunales por una de las 10 causas que pesan en su contra, por delitos que van desde enriquecimiento ilícito hasta fraude al fisco y lavado de dinero. Así, consciente del efecto que ese proceso podría tener en la campaña, varios analistas concuerdan en que la exmandataria optó por ceder la candidatura presidencial para asegurar el triunfo y, entre otras cosas, extender el fuero que le ha permitido hasta ahora eludir la prisión preventiva.

Pero si como busca, la expresidenta logra finalmente su objetivo y amplía su base de apoyo, podría estar asegurando su regreso a la Casa Rosada. Una posibilidad que despierta inquietud, no solo por el efecto que ello pueda tener en los procesos judiciales en su contra -Alberto Fernández ya aseguró que de ser elegido revisará “varias sentencias judiciales”-, sino además por el rumbo que podría tomar la economía argentina.

Al margen de los errores cometidos durante la actual gestión de Mauricio Macri -y que han hipotecado sus posibilidades de ser reelecto-, los graves problemas económicos que arrastra el país no tienen su origen en el actual gobierno. Está claro, sí, que el pésimo manejo económico de Macri las ha empeorado y la vieja receta del FMI parece no ayudar. La interrogante ahora es si la dupla de Fernández podrá asegurar una salida de la crisis que tiene a Argentina como el segundo país de América con mayor inflación después de Venezuela.