Donald Trump es un perro que ladra. Eso no quiere decir que ocasionalmente pueda morder. Lo hacen los perros, no lo iba a hacer el rubio con el ego más grande del mundo. Sin embargo, su política está basada en la amenaza antes que la acción.
Y esto es lo que acaba de pasar en el Golfo Pérsico después de que Irán tumbara un dron espía gringo en su territorio: el conductor de realities tuiteó: “Irán acaba de cometer un gran error” y después, un artículo del New York Times aseguró que el rubio había ordenado un ataque y después se arrepintió.
La ofensiva aprobada tendría como objetivos radares o baterías de misiles., indicaron funcionarios, obviamente enviados por el propio Trump.
Y es que la operación, prevista para antes de las 7:00 de la noche, hora local del jueves, ya estaba en marcha: los aviones estaban ya en el aire y los buques en posición, cuando la operación quedó suspendida antes de que el Pentágono la ejecutara y se disparase cualquier proyectil, indicaron las fuentes a ese diario.
Esos mismos funcionarios dijeron desconocer los motivos de la suspensión, si se debió a un cambio de opinión de Trump o a razones logísticas, y tampoco pudieron indicar si los ataques quedaron cancelados o pospuestos.
Trump ya autorizó dos ataques parecidos en 2017 y 2018 contra objetivos militares del Gobierno de Bachar al Asad en Siria.
Después de su amenaza por Twitter, Trump restó importancia al suceso y señaló que posiblemente se había tratado de un accidente.
“Me parece difícil creer que fuera intencionado. Creo que fue alguien imprudente y estúpido el que lo hizo”, afirmó Trump a periodistas durante un encuentro con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
Por ahora, el presidente gringo sigue jugando al póker, después de que su estrategia le funcionara con Corea del Norte y México, dos países que cambiaron sus políticas ante sus bravuconadas verbales y su cobardía -menos mal- a la hora de actuar.