Lo dijo Donald Trump: “Todas las opciones están sobre la mesa”. La frase, muy ajustada al estilo de su Administración, llevó a pensar a muchos que la opción militar para desplazar a Nicolás Maduro del poder sería usada en cualquier momento si no cesaba la usurpación del régimen de Caracas. Pero tras los fallidos episodios del 23 de febrero y el 30 de abril, el Gobierno de Trump parece haber cambiado drásticamente su discurso. Las claves son una foto de Elliot Abrams y el diálogo de Noruega. ¿Hacia dónde se dirige realmente Trump con Venezuela?

Donald Trump utiliza el caso de Venezuela para fortalecerse electoralmente camino de de las elecciones presidenciales del año próximo. Trump necesita conquistar el voto del exilio cubano en Florida, un estado clave en el sistema electoral norteamericano. Ese exilio cubano siente el caso venezolano como propio. Y entonces una derrota de Trump en el intento por desplazar a Maduro del poder, podría provocar una baja sensible en su votación.

De allí que Trump fuera el primero en reconocer a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. Había plan. Y el plan se enfocó originalmente en cuatro aspectos: en el político, diplomático, económico y militar. Apretaron las sanciones y no pasó nada. Nada al menos por ahora. Tampoco han funcionado las sanciones con Cuba y Corea del Norte. Otros 50 países reconocieron a Guaidó como presidente legítimo de Venezuela. Luego el discurso se enfocó directamente en la Fuerza Armada. En los militares venezolanos infiltrados hasta los tuétanos por la inteligencia cubana. Y entonces arrancó la primera prueba de fuego: el 23 de febrero con la ayuda humanitaria.

La ayuda humanitaria nunca entró al país “sí o sí”. La operación, en términos globales, fracasó. A posteriori, el 30 de abril, un intento de insurrección militar esa sofocado rápidamente por los leales a Maduro, en un evento que el gobernante de facto calificó como “escaramuza golpista”, aunque eventos posteriores -como la suspensión del histórico desfile militar del 24 de junio-, claramente evidencian la desconfianza de Maduro hacia la Fuerza Armada.

Y entonce Trump ahora está en una encrucijada, pues Maduro no ha sido desplazado del poder. La política norteamericana apunta hacia un objetivo: la salida de Maduro mediante una solución negociada. De allí que fuera clave la foto de Elliot Abrams dando respaldo a la delegación opositora en Oslo. Y de allí que en su más reciente discurso, Abrams haya dicho que lo que busca Estados Unidos “es una resolución pacífica y la solución negociada sería en muchas formas la mejor solución”, y que su país “no está tratando de perseguir a Nicolás Maduro”.