A pesar de muchos, la oposición venezolana sigue unida en torno a Juan Guaidó. La campaña de los sectores radicales -y del chavismo- que apuestan por la división y el fracaso de toda iniciativa racional que surja dentro de la unidad opositora, no ha logrado su objetivo y Guaidó continua siendo “el que es” con el respaldo de Estados Unidos, recientemente ratificado por Mike Pompeo.

Sin ceder al chantaje de algunos sectores que buscan dinamitarlo absolutamente todo, Guaidó reanuda las negociaciones con el régimen de Maduro que ahora se desarrollarán en Barbados.

Ambos bandos han reconocido que las conversaciones siguen, no es un secreto. Como tampoco es un secreto que Maduro tratará de utilizar el dialogo como barajita para insistir en dividir a la oposición. Y la oposición está obligada a no dejarse fracturar.

Pero, la pregunta lógica que surge es si Guaidó va por el camino correcto con estas negociaciones.

En Venezuela, algunos analistas creen que sí:

-Porque la oposición no tiene poder de fuego para desplazar a Maduro del poder.

-Porque Estados Unidos no intervendrá en el país por el hecho de que la Asamblea Nacional decida aprobar “la activación” del numeral 11 del artículo 187.

-Porque la opción de la calle volvió a agotarse.

-Porque si no hay salida por la fuerza ni se ha podido lograr que la FANB se pronuncie a favor de la Constitución, la negociación con presión y amparo de la comunidad internacional es una opción.

-Y porque si todas las opciones están sobre la mesa, la negociación también es una opción. Una opción política.

¿Mantenerse en contacto con Maduro y los suyos es oxigenar a un gobierno que parecía caerse? Puede ser, pero no hacerlo es dejar enfriar las cosas y eso sí sería conveniente para Nicolás Maduro y los suyos.