Suena extraño que a pocos días de que Nicolas Maduro visitara Rusia con su plana mayor y se entrevistara con el mismísimo Vladimir Putin, ocho días después viniera a Venezuela el primer ministro Yuri Borisov a anunciar villas y castillas.

Sobre todo si se considera que el planificado viaje a Moscú -donde Maduro asistió junto a sus ministros Tarek el Aissami y Jorge Rodríguez-, llevaba precisamente el fin de conversar no sólo sobre cómo Venezuela le va a pagar a Rusia la gigantesca deuda que mantiene con ellos, sino que la ocasión serviría también para intercambiar sobre los presuntos planes que Putin tiene para Venezuela. Entonces, ¿por qué no lo hablaron allá?

Pareciera que solo después de que Maduro y los suyos llegaron a Caracas, a los rusos se les prendió el bombillito de las ideas y aprovechando que el Primer Ministro Borisov iba a visitar Cuba, lo más conveniente era que se diera un paso rasante por Venezuela y sorprender a Maduro anunciando todo lo bueno que Putin iba a hacer por su gobierno, otra vez.

Lo cierto es que luego de varias reuniones a puerta cerrada, el ministro Tarek El Aissami – que también había estado en Rusia días atrás-, salió anunciando que “La Comisión Rusia-Venezuela consolidaría inversiones por 4 mil millones de dólares”, algo bien difícil de tragar si la deuda actual suma 3 mil 150 millones de dólares, solamente en la deuda proveniente de los préstamos otorgados por Putin a Hugo Chávez. Porque la que ha acumulado Maduro con los rusos asciende a otros 1. 500 millones de dólares. Entonces, ¿resulta creíble que Rusia va a “consolidar” otros 4 mil millones de dólares? ¿Que entre ambos países comenzará una colaboración en exploración e inversión aurífera, hierro, acero, aluminio y la industria petroquímica? ¿Que Rusia va a enviar un millón y medio de vacunas antigripales – lo único que realmente luce cierto- y va a donar otros cinco millones en otros medicamentos?

Según indicó el Kremlin, “el presidente Putin se limitó a discutir brevemente con su par venezolano, Nicolás Maduro, las obligaciones de la deuda contraída por Caracas, durante el viaje de este último a Moscú”. Pero, como publicó la agencia Bloomberg hace poco, el Primer Ministro Yuri Borisov forma parte de la Junta Directiva de dos empresas rusas de mucha importancia, United Instrument Manufacturing Corp. y Kornstern Radiostroyeniya Vega, ambas pertenecientes al gigante estatal Rostec y ambas dedicadas al área de la producción y venta de productos electrónicos de alta tecnología, incluyendo radares y equipos para mantenimiento de aviones y demás etcéteras.

De hecho, Borisov tiene entre sus obligaciones visitar frecuentemente a ambas empresas -y otras similares- para verificar la implementación de los contratos así como evaluar las capacidades de producción de cada empresa. Inspecciona los talleres, fiscaliza la producción, etc., etc.

De modo que la única explicación posible al viaje a Venezuela del Vice Ministro ruso, por más que el gobierno venezolano intente disfrazarlo como un apoyo incondicional del billonario Putin y una trompetilla a Trump, es que se trató de una visita de inspección, posterior a quién sabe cuál realidad le dibujó Maduro a Putin. Y este, como hombre de negocios que es, envió a su capataz a verificar si sus bienes en Venezuela andaban tan bien cuidados como les dijeron los venezolanos en Rusia.

Porque, recordemos, la economía de Rusia está fatal y como todo buen capitalista, Putin necesita cobrar, exprimir y ganar sobre todo el dinero que le debe, quien sea que se lo deba.