El excocalero y líder sindical Evo Morales se ufanaba de considerarse el primer presidente indígena del país y estuvo en el poder durante 13 años y nueve meses, más tiempo que cualquier otro líder latinoamericano. Impulsada por el auge de las materias primas y las exportaciones de gas y minerales del país, la economía de Bolivia creció alrededor de un 4,9 % anual, como promedio. Según el Banco Mundial, la pobreza cayó del 63 al 35 por ciento y la riqueza también llegó a la población a través de muchos programas sociales.

Morales renunció solo tres semanas después de su controvertida reelección y tuvo que pedir asilo político en México. Tras la votación del 20 de octubre, Morales se había declarado vencedor en la primera vuelta, a pesar de las considerables dudas expresadas por la oposición y los observadores internacionales. Sus opositores lo acusaron de fraude electoral. ¿El fin de una era?

Es difícil de creer.  Tenemos actualmente la tendencia en América Latina de que ex jefes de Estado se levanten como ave fénix de las cenizas y revivan las viejas polarizaciones, tal como lo estamos viendo con el expresidente brasileño Lula. Morales había pedido a sus partidarios que continuaran en las calles y dijo que esto no es el fin.

Parece notable que Evo Morales haya sido derrocado por su propia gente. En los últimos años ha dependido en gran medida de los militares. El liderazgo militar que él mismo eligió fue el que finalmente retiró su apoyo. Pero hablar de un golpe de Estado, como lo hacen el expresidente brasileño Lula da Silva, el designado presidente argentino Alberto Fernández y el líder de la oposición británica Jeremy Corbyn, es absurdo: la acusación de golpe de Estado siempre es utilizada por la izquierda o la derecha a conveniencia.

La caída

Pero, ¿qué fue exactamente lo que provocó el declive de Evo Morales? El momento decisivo esel referéndum de 2016, cuando Morales buscó la aprobación de su pueblo para cambiar la Carta Magna, y poder volver a postularse a un cuarto mandato. Pero los bolivianos votaron en contra de modificar la Constitución. Morales nunca aceptó la decisión del pueblo. Encerrado en un entorno que él mismo había creado y en el que podía actuar a su antojo, había caído en una perversión del poder, cuya expresión más fuerte era una ilusión de omnipotencia. Finalmente, jueces del Tribunal Supremo allanaron el camino para otro mandato de Morales.

Este episodio allanó el camino para una creciente desconfianza de los bolivianos, no solo hacia Morales, sino hacia toda la clase política. Pero la investigadora cree que la erosión del poder comenzó antes. Lo que se rompió antes fue la alianza de los cocaleros y los pueblos indígenas, pilares esenciales del poder y la popularidad de Evo Morales. La controvertida construcción de la carretera a través de la reserva natural indígena de Tipnis fue una de las causas de la ruptura. Los incendios en la Amazonia también han contribuido a la alienación entre estos dos pilares del poder de Morales que fueron tan importantes para él.

Pero ojo, no se debe subestimar la conciencia sobre la importancia de las instituciones democráticas en la población. Los bolivianos se resistieron contra un Gobierno que ha utilizado cada vez más todos los medios a su alcance para mantenerse en el poder. Morales no entendió el mensaje y perdió el momento oportuno para retirarse.

Pero los problemas fundamentales en Bolivia son probablemente otros. La personalización de la política ha llevado a una caída masiva de la confianza de la población en las instituciones. Si las instituciones se cambian y alteran tal como le convenga a un líder político, cualquier sucesor en el puesto hará lo mismo. En el fondo, Evo Morales fue el mejor presidente que Bolivia ha tenido jamás, pero es lamentable que no haya permitido a nadie a su lado. Así pues, destruyó su propio legado.


Con información de DW, El Diario