De forma sorpresiva, el gobierno chileno comunicó que el subsecretario del Interior y estrecho colaborador del exministro Andrés Chadwick, Rodrigo Ubilla Mackenney, renunció a su cargo en La Moneda.

Considerado como uno de los pocos sobrevivientes del círculo de hierro que ha acompañado al Presidente Sebastián Piñera desde su primera administración, el gobierno informó que su salida se hará efectiva a partir del 1 de enero próximo y que su decisión obedece a razones “estrictamente personales”.

Esta versión, claro, no se la cree nadie y se habla de que la renuncia de Ubilla también habrían pesado diferencias de criterio y estilo que se habían instalado con el nuevo ministro del Interior, Gonzalo Blumel, respecto de las formas para garantizar el orden público en medio del estallido social iniciado el 18 de octubre.

Desde el comienzo de las movilizaciones y jornadas de violencia, de hecho, se asoció a Ubilla entre las autoridades que impulsaron una línea de acción dura y más focalizada en el resguardo del orden público, al contrario del rol que asumieron por esos días la hoy ministra vocera, Karla Rubilar, y el propio Blumel.

En la prensa oficial dicen que en el entorno de Ubilla descartaron esa versión y desestimaron diferencias de estilo ni de fondo con Blumel.

Por el contrario, desde La Moneda se habla de que la salida de Ubilla se debe a un “agotamiento y cansancio” personal. De hecho, se dice que el subsecretario ya habría presentado su renuncia para el pasado cambio de gabinete del 28 de octubre.

De acuerdo a esta versión -detallada por La Tercera-, Ubilla conversó a solas el tema con el Presidente Piñera, a quien le habría señalado que consideraba que había cumplido un ciclo en Interior. Sin embargo, el Mandatario le solicitó permanecer en su cargo al menos hasta fin de año.

La conversación con Piñera se habría repetido el viernes pasado, ocasión en que Ubilla habría ratificado su intención de dejar su cargo.

En los 47 días que pasaron hasta el comunicado de la Presidencia que ayer sostuvo que su salida se debía a “razones personales”, a Ubilla y Blumel les tocó enfrentar una ola de críticas a Carabineros por su conducta ante las manifestaciones, que sucesivos informes internacionales han etiquetado como violaciones a los derechos humanos. A los números y testimonios sobre personas que perdieron la vista, estallidos oculares y heridos, se han ido sumando flancos políticos como el uso de perdigones, disparos de cartuchos de lacrimógenas al rostro y -ayer- la denuncia sobre el uso de soda caústica en los carros lanzaguas. La relación de ambos ante eso marcó una diferencia ostensible en el manejo del orden público que incidió o al menos coincidió con la salida de Ubilla.