Entonces viene Percy Marín a decir babosadas. El esposo de la diputada pinochetista abrió la boca por todo Chile, incluyendo a los inútiles y subversivos. Ah, esta expresión pasó de moda: Carlos Larraín se fue a la cueva con su hijo Martín, el asesino.
Sigamos, que Percy abrió el hocico: Mierdas sin patria son la primera línea, dijo el hermano de una delincuente confesa.
Y tiene razón: los chilenos no tienen patria: hay bandera y hay mitos. Hay historia y selección de fútbol, hay cazuela y territorios. Pero ¿cuál patria?
Se la robaron.
Durante diecisiete años amenazaron a un pueblo con fusiles para asegurar un robo por 30 años más.
Se llevaron las pensiones.
Se llevaron el cobre.
Se llevaron el agua, los bosques, el aire.
Se embolsillaron la educación y la salud.
De un sablazo se pelaron los derechos de los chilenos. La única patria que alguien podría defender.
¿De qué sirve un trapo tricolor si lo que representa es el abuso legal? ¿Es patria acaso un pedazo de tierra cuyos dueños nos obligan a hipotecar la vida para sobrevivir?
La primera línea es un reflejo de Chile: mierdas sin patria. Se la robaron. La saquearon y dejaron perros rabiosos para defender su propiedad: tipitos tristes como Percy y su mujer, dos ejemplares aspiracionales que creen que defendiendo la patria ajena, la de Piñera, la de Luksic, la de Paullman, son patriotas responsables.
Percy tiene razón, mierdas sin patria. Lo que no sabe es que esos mierdas quieren hacer una patria nueva donde no entran los cancerberos como él, su mujer y sus peluches.