Sebastián Piñera sabe que tiene poco tiempo: con una creciente presión social para reformar la estructura del sistema chileno y el plebiscito constitucional a la vuelta de la esquina, el presidente menos popular en la historia de Chile acaba de promulgar  una reforma tributaria con la que se prevé recaudar 2.200 millones de dólares por año tras el aumento de los impuestos a los más ricos.

“De esa manera somos capaces de enfrentar una situación muy especial como la que hemos vivido sin comprometer el futuro de nuestro país”, afirmó el presidente, citado por la agencia AP.

Piñera enfatizó desde la sede del Gobierno que es necesario financiar con ingresos permanentes las onerosas mejoras exigidas en las protestas que han tenido lugar en el país desde el pasado mes de octubre.

Los fondos recaudados favorecerán a las pequeñas y medianas empresas, así como a los adultos mayores tras la disminución de sus impuestos territoriales. Si los ingresos de esos adultos mayores no superan los 805 dólares mensuales, estos quedarán eximidos de pagar los impuestos territoriales.

El proyecto es producto de un acuerdo entre el oficialismo y la oposición parlamentaria. Entre los cambios, el impuesto global complementario a las rentas superiores a 18.580 dólares mensuales subirá progresivamente de 35% a 40%. También se elevarán los impuestos territoriales a los bienes raíces tasados fiscalmente desde 500.000 dólares.