En la actualidad, el mundo se encuentra en medio de una epidemia global. El coronavirus, SARS-CoV-2 o COVID 19, se ha esparcido por más de la mitad de los países del planeta y no parece tener intenciones de detenerse.
Su viaje inició en Asia, teniendo como foco principal a China y otras naciones como Corea del Sur. Ahora, con las mismas recuperándose de los últimos embates de la enfermedad. Incluso la OMS ha tenido que declarar que el nuevo epicentro de la pandemia se encuentra en el continente europeo.
Con la llegada de esta noticia, la rápida conquista de América por parte del coronavirus y los crecientes problemas económicos que se están presentando en la sociedad a causa de ello, la población se encuentra en un estado de alarma continuo. Como consecuencia, ya en el mundo se pueden ver reacciones exageradas por parte de los ciudadanos que buscan prepararse lo mejor posible para una crisis y una larga cuarentena.
Es normal entonces ver que las personas buscan abastecerse de comida y productos de higiene como jabón, gel antibacterial, guantes y tapabocas, pues se sabe que estos son elementos que ayudan a prevenir el contagio. Sin embargo, no son los únicos que rápidamente se han acabado en los anaqueles.
En estos momentos, en varias partes del mundo se presenta un fenómeno común en el que las personas están comprando papel higiénico de forma obsesiva. Este, a diferencia de los productos antes mencionado, no tiene ningún efecto contra el coronavirus y tampoco corría peligro de escasear. Por lo que, queda preguntarnos por qué, en medio de todo el pánico, las personas parecen tan propensas a comprar específicamente papel de baño.
El fenómeno del papel higiénico: entendiendo las compras por pánico
Mucho de lo que estamos viendo en la actualidad se debe al estado de alteración en el que se encuentra la gente. En medio de las crisis, la incertidumbre crece y buscamos de un modo u otro hacernos con todo lo necesario para poder sobrevivir.
En medio de esa corriente de pensamiento, las personas pueden incurrir en comportamiento obsesivos que las hagan exagerar en sus decisiones y, por ende, también en sus compras. Luego, esta actividad va creando un efecto de bola de nieve en el que, a medida que más individuos imitan la conducta, incluso más se ven arrastrados a repetirla.
Como consecuencia, al final nos podemos encontrar con grandes hordas de compradores adquiriendo artículos de primera necesidad para prepararse. Sin embargo, de entre todos, uno que siempre parece destacarse se trata del papel higiénico, ya que, aunque no es necesario para sobrevivir, parece siempre estar entre las listas de prioridades de quienes desean prepararse para lo peor.
¿Una respuesta “natural”?
Sin embargo, aunque en un inicio pueda parecer que este tipo de comportamientos apresurados ocurren sin ningún proceso de reflexión, la verdad es que hay un motivo detrás de todo. La verdad es que, las situaciones de alarma despiertan rutas de pensamiento primigenias en nuestro cerebro, como lo es la que va orientada a la supervivencia.
Frank Farley, actual profesor de la Universidad Temple y expresidente de la American Psychological Association aborda este tema al comentar que el coronavirus “está generando una especie de psicología de supervivencia, en la que debemos vivir tanto como sea posible en casa y, por ello, debemos ‘acumular’ los artículos esenciales, y ello ciertamente incluye el papel higiénico”.
¿Es una decisión racional o no? Depende
Ahora, la crisis del papel higiénico que estamos empezando a observar en el mundo no proviene de la idea de simplemente comprar un par de rollos extra para tener en casa. El problema se hace real cuando las personas toman esta conducta al extremo y compran lo suficiente como para almacenar durante 6 meses, cuando las proyecciones de la cuarentena apenas alcanzan un par de estos.
Asimismo, como lo hemos mencionado, a diferencia de otros productos que tenían su origen en China, el papel higiénico no se trató nunca de un elemento que fuera a tener interrumpida su cadena de producción o distribución. Por lo que, no existe una necesidad real por la cual tener que hacer comprar apresuradas de este bien.
¿Entonces, qué pasa? La respuesta a esto se puede encontrar desglosada en diversos factores que pueden afectar el comportamiento del consumidor.
Faltan de direcciones claras de los entes oficiales
Aunque en realidad, por lo menos ahora, la mayoría de las naciones están haciendo lo mejor posible por mantener a su población informada, a veces para esta ello no es suficiente. Hasta los momentos, lo que verdaderamente sabemos del coronavirus es poco y ello deja una sensación de incertidumbre en los ciudadanos que es difícil de combatir, ya que, para sentirse seguros, necesitan tener datos e informaciones más concretas.
Por ejemplo, por ahora, los mejores medios para protegerse contra el COVID-19 parecen ser el aislamiento social y un lavado de manos continuo. Para muchos, esto puede sonar como muy poco y, como consecuencia, buscan tener otros mecanismos para sentirse más protegidos. Y, entre ellos solemos encontrarnos entonces con la tendencia a comprar de más para estar “preparado para lo peor”.
¿Informaciones que se oponen?
Asimismo, en la actualidad, el deseo de mantenernos informados nos puede llevar a recurrir a gran cantidad de fuentes. Algunas de estas podrán ser confiables y otras no tanto.
En consecuencia, la población podría encontrarse con datos encontrados sobre la enfermedad que vuelvan a generar esa sensación de inestabilidad. Incluso, se pueden ubicar informaciones falsas sobre la posible falta de ciertos productos que, a la larga, puede ocasionar un aumento en la compra de los mismos como una “precaución”.
Lo que, a su vez, convertirá a los primeros datos falsos en una profecía autocumplida, pues será por ellos que se generará una posterior falta de los productos citados como escasos.
Todo por un poco de control
En los dos casos anteriores, el móvil de los individuos puede resumirse como una necesidad de control. Un problema como una pandemia simplemente no puede ser manejado de forma individual.
Por lo que, los ciudadanos se ven en las manos de organismos nacionales e internacionales a la espera de que estos ubiquen una situación. Esto puede hacer que la persona se sienta indefensa y que, por ende, busque medios alternativos para sentir que tiene el control de algo en medio de todo el caos.
En estos casos, las compras masivas vuelven a ser una respuesta fácil a esta necesidad de controlar algo. Ya que, durante las mismas, la persona elije lo que adquiere y también siente que está haciéndose responsable de una parte del proceso al prepararse contra las posibles adversidades futuras.
La mentalidad de rebaño hace presencia
Hasta ahora, hemos mencionado elementos que hacen efecto en cada individuo de forma particular. Pero, la verdad es que también existen factores que influyen en nosotros como parte de un colectivo.
Por ejemplo, el fenómeno de compras masivas de un elemento como el papel higiénico es una muestra perfecta de la mentalidad de rebaño. Incluso si no nos hace falta, si sabemos que tenemos y no hay prueba alguna de que vaya a escasear, ver a otra persona comprando dos pacas de papel higiénico “por si acaso” puede generar en nosotros la necesidad de hacer lo mismo, nuevamente, “por si acaso”.
Este comportamiento, a su vez, genera consecuencias a nivel económico, el aumento en las ventas de un producto en cantidades tales que este se agote, hace que el mismo comience a ser visto como un producto escaso.
Luego, al estar claro que la oferta es poca y la demanda excesiva, los precios suelen comenzar a alzarse desmedidamente ya que las personas están dispuestas a pagar más solo por obtener el producto, tal como lo ha explicado Steven Taylor, profesor y psicólogo clínico de la Universidad de Columbia Británica, además de autor del libro The Psychology of Pandemics (La psicología de las pandemias).
Ejemplos de esto ya se han comenzado a ver en todo el mundo y se reflejan claramente en plataformas como Amazon, que ha tenido que comenzar a tomar medidas para evitar la especulación con su plataforma con productos de primera necesidad.
No podemos ignorar el efecto FOMO
Este tipo de comportamientos van de la mano con un fenómeno social conocido como FOMO (Fear Of Missing Out) o como el “Miedo a perderse de algo”. El mismo ha existido por generaciones, pero la era actual de las redes sociales lo ha hecho mucho más notorio.
En casos de emergencia como una pandemia, el mismo se presenta en la forma de una necesidad de acumular todo lo que se pueda, ya que, de otro modo, si el producto se agota se podría haber “perdido la oportunidad” de adquirirlo antes, lo que genera una sensación de pérdida y de arrepentimiento en los ciudadanos.
Entonces, como una respuesta a esta posibilidad, todos se apresuran a comprar todo lo que creen que necesitarán para sobrevivir e, incluso, un poco más de lo necesario, solo para estar seguros de no estar dejando pasar ningún chance.
Pero, ¿por qué el papel higiénico?
Mucho del proceso de decisión que nos hace correr a los anaqueles tiene que ver con los factores antes mencionados, el deseo de tener algo que podamos controlar, la búsqueda de una seguridad en las compras y la necesidad de sentir que no nos estamos perdiendo de algo al no comprar.
Sin embargo, un punto particular que hace que el papel higiénico se destaque tiene que ver con el “efecto de vacío” que es capaz de lograr en los anaqueles. Este producto es naturalmente voluminoso, por lo que, cuando comienza a desaparecer de las estanterías su falta se hace mucho más notoria que la de otros productos incluso más necesarios ahora (como las mascarillas, el gel antibacterial y similares).
Por lo que, la visual de un anaquel vacío puede hacer que en nuestra mente se disparen las alarmas y sintamos que es una urgencia adquirir el papel higiénico que, visualmente, se agota. Lo irónico del asunto es que ello se trata de un círculo vicioso en el que, si la compra desmedida se acaba, la “escases” del papel también.
Sin embargo, como la primera no se detiene, la segunda se hace más notoria y, cada vez que ello sucede, la primera se fortalece. En consecuencia, se crean estados de alarma y preocupación como el que recientemente se ha visto en Australia en el que las personas han adquirido este producto de forma masiva e incluso se han producido enfrentamientos violentos alrededor de la compra del mismo.
Esta no es la primera vez que el planeta enfrenta una crisis de salud
Está claro que el coronavirus de este 2020 ha hecho que el mundo se tambalee y que la normalidad del mismo se vea interrumpida. Sin embargo, esta no es ni de cerca la primera situación de alerta que ha tenido que vivir el planeta. Después de todo, ya la humanidad ha sobrevivido a otras grandes pandemias como la influenza (1918) y la influenza A o H1N1 (2009).
Asimismo, otras epidemias graves como el SARS (2002-2003), el MERS (2013) e incluso el ébola (2014-2016) también han pasado por nuestro haber y han causado gran preocupación en el mundo. Por lo que, al menos la humanidad no se enfrenta por primera vez a una situación como esta.
Tampoco es la primera vez que hay una crisis por el papel higiénico
Además, en realidad, esta tampoco se trata de la primera crisis del papel higiénico que sufre el mundo. Para el año 1973, cuando el petróleo había tenido un aumento drástico en sus precios y las acciones de las bolsas del mundo no estaban en su mejor momento, países como Estados Unidos y Japón entraron en crisis por el papel higiénico.
¿Qué tenía que ver este con las acciones de la bolsa o con el petróleo? Tanto como lo que actualmente lo relaciona al coronavirus: nada. En esta oportunidad, las respectivas crisis en ambos países se debieron a rumores que dispararon en la población la paranoia y todos los procesos mentales antes mencionados.
Como consecuencia, las masas se movieron con velocidad para acaparar lo que pensaban que era “lo único que quedaba” de papel higiénico en sus países. Finalmente, ello sí ocasionó una falta del mismo, pero todo por la acción de los propios ciudadanos.
En esta ocasión, parece que vamos por el mismo camino. Así que, valdría la pena tomarnos un momento para reflexionar antes de tomar ese paquete extra de papel higiénico del estante y pensar si de verdad es necesario asegurarnos el abastecimiento del mismo hasta el próximo año, o si simplemente estamos siendo víctimas del ambiente y, un poco, de nuestros antiguos instintos naturales.