Jeanine Áñez, presidenta interina de Bolivia, apareció en la televisión nacional para pedirle a sus compatriotas que ayunen como arma contra el coronavirus. En poco su video se viralizó por el mundo y se convirtió en el hazmerreir de las redes por su ingenua estrategia para contener la pandemia que ha movilizado a los líderes del mundo.
Sin embargo, el virus le sirvió de algo: el Tribunal Superior Electoral (TSE) de Bolivia anunció la postergación de las elecciones presidenciales del 3 de mayo por la enfermedad, que en ese país registró 19 casos hasta el momento. La nueva fecha no fue anunciada porque, según especificó la resolución, se consensuará con todos los partidos políticos.
La medida fue tomada a solo 24 horas de que comience a regir en ese país la cuarentena obligatoria, dispuesta por el gobierno de facto de Jeanine Áñez, y en momentos en que el Movimiento al Socialismo (MAS), del presidente depuesto Evo Morales, analizaba qué postura adoptar sobre los comicios en un plenario celebrado en La Paz.
Así, la presidenta de la Biblia a quien nadie eligió podria gobernar el país por un año a su antojo.
El presidente del TSE, Salvador Romero, aseguró que lo que aceleró la resolución fue la cuarentena obligatoria por 14 días para frenar la propagación del COVID-19. En diálogo con agencias internacionales, el funcionario aclaró que la nueva fecha para elegir al sucesor de Evo Morales tras el golpe de Estado en su contra salga de un diálogo con las principales fuerzas políticas en base a criterios de “imparcialidad”, para no beneficiar ni perjudicar a ninguna de ellas.
“Criterios técnicos y científicos sólidos”, dijo y anticipó que el Parlamento de ese país deberá hacer formalmente una nueva convocatoria. “Sabremos resistir el embate de la pandemia y también organizaremos un proceso electoral limpio y transparente”, remarcó Romero.
Antes de conocerse la decisión del TSE, Evo Morales -quien reside en la Argentina- había anticipado que el MAS llevaría a ese diálogo una propuesta de unidad de la oposición, acompañada de un reclamo de un plan de emergencia enfocado no sólo en la sanidad sino fundamentalmente en la economía, como forma de lograr la unidad para enfrentar esta epidemia global, porque, aseguró, “la pandemia no tiene color ni ideología”.
El candidato presidencial del MAS, Luis Arce, quien lidera las encuestas de intención de voto, encabezaba hoy la reunión partidaria que se celebraba en La Paz.
Morales anticipó la postura de su partido: “Antes que estalle esta pandemia, la derecha golpista estaba buscando ya la suspensión”, aseveró y aseguró que “permanentemente se comenta en la sede del gobierno en La Paz que va a haber autogolpe, que Áñez le va a dejar el gobierno a los militares, porque de acuerdo a las encuestas somos ganadores en la primera vuelta”, de modo que “esta pandemia les llega como anillo al dedo”, agregó Morales.
No obstante, puntualizó que “todos los bolivianos y las bolivianas tenemos la obligación de atender y aplicar las recomendaciones de los expertos, de los científicos nacionales e internacionales, que sienten que es importante el adiestramiento social preventivo y obligatorio, porque menos circulación, menos traslados, menos contacto es menos contagio”.
“Tenemos la obligación primera de salvar la vida, como de defender la vida. Seguramente será esto lo que nuestros compañeros reunidos van a plantear mañana. Pero no solamente poder sumarnos a la cuarentena sin una propuestas de una emergencia alimenticia, económica y social”, anticipó.
¿Quién se beneficia?
La primera favorecida con la decisión del tribunal es la presidenta interina, electa al azar como senadora de un departamento irrelevante para el país y encumbrada por un dudoso movimiento político hasta la primera legislatura. Ahora gobernará el país por más tiempo del que se esperaba en noviembre tras la caída de Morles.
La decisión se da también a una semana de conocerse una encuesta nacional que ubica al candidato del MAS en la primera posición en primera y segunda vuelta, por lo que esto le compra cierto tiempo al oficialismo, cuestionado por una gestión errática en la que se ha apoyado más en los militares que en los profesionales.
Incluso, su gestión de la crisis del Coronavirus ha estado marcada por la religión y las balas más que por la medicina.
Precisamente esta podría ser la apuesta arriesgada: la gestión de la crisis venidera con la pandemia podría determinar su éxito o fracaso en las elecciones donde buscará reelegirse. En tanto, el MAS y su candidato miran desde la gradería a la espera de que el gobierno fracase y cuanto peor, mejor.