Ante la preocupación por la llegada masiva de refugiados provenientes de Afganistán, Grecia ha instalado una valla de 40 kilómetros y un sistema de vigilancia en su frontera con Turquía.
La valla, instalada por el Ejército, mide cinco metros de altura y está coronada por un alambre de púas especial. El operativo también incluye drones, cámaras térmicas y robots autónomos no tripulados que detectan movimiento.
Al respecto el ministro de Protección Ciudadana, Mijalis Jrisojoidis, afirmó: “Nuestras fronteras permanecerán seguras e inviolables”. “La crisis en Afganistán ha creado nuevas situaciones en la esfera geopolítica y, al mismo tiempo, nuevas oportunidades para las corrientes migratorias. Como país europeo, participamos en las instituciones de la Unión Europea, donde se están tomando una serie de decisiones. Pero, como estado, no podemos esperar pasivamente a su posible impacto”.
También se ha reforzado la valla existente desde 2012 en el norte de la frontera, en torno a la localidad de Orestiada, donde el borde territorial no pasa por el río sino por tierra y que resultó bastante dañada durante la crisis de refugiados de 2o2o. Se trata de una valla muy polémica, frente a la cual las organizaciones de derechos humanos argüían, que su resultado sería desviar la ruta migratoria hacia el sur, a través del mar Egeo, mucho más peligrosa, como finalmente se ha demostrado.