Vista desde afuera, la elección presidencial chilena debería tener a un candidato inhabilitado, al menos moralmente, para mantenerse en carrera: José Kast, el pinochetista heredero de una familia nazi que esconde su dinero en Panamá no solo ha resultado ser un falso patriota que evade impuestos, sino que pasea sin descaro su desprecio hacia las mujeres al punto de convertirlo en parte de su campaña.
Propuestas tan absurdas como eliminar el Ministerio de la Mujer o restablecer la ilegalidad del aborto en caso de violación, hacen de José el enemigo perfecto de la mitad de la población de Chile, y aún así, en su tienda política -llamada en un afán de creatividad Partido Republicano- aparecen mujeres dispuestas a defender el odio a su propio género.
Según detalla el diario El Mostrador, actualmente en el programa de Kast no existe, a diferencia de otras candidaturas, una sección que aborde las necesidades de las mujeres con perspectiva de género, tampoco incluye a disidencias. Lo único que existe es una Sección de familia, y en función de la gestión de la familia desarrolla una serie de propuestas donde las mujeres tienen algún grado de participación.
En torno a ello, una de las propuestas más preocupantes es la eliminación del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, junto con el SernamEG, para ser absorbido por el Ministerio de Desarrollo y, de esta manera, crear un “Ministerio de la Familia”.
La importancia de que exista, con sus altos y bajos, un MinMujer y EG, es que es parte de una serie de iniciativas en conjunto con organismos internacionales que se llaman “Mecanismos para el adelanto de las mujeres (MAM)”, que busca que los países tengan una agenda fuerte en términos de derechos, que transcienda al periodo presidencial de turno.
Lo más preocupante de abordar las violencias y desigualdad sufridas por el género femenino a través de un “Ministerio de la Familia”, es que se devuelve y reduce a la mujer al espacio de lo privado, suponiendo que el hogar es un lugar seguro, lo que la experiencia pandémica demostró que era falso. Excluye a aquellas que no tengan o deseen hijos, además de la completa exclusión e invisibilización de las familias de la diversidad. Esto reafirma un pensamiento lineal tradicional y heteronormado. “Las mujeres tenemos más probabilidades de ser agredidas, violadas y asesinadas por una pareja en el hogar, por eso mismo se necesitaron iniciativas como la Mascarilla19”, explica, iniciativa que fue originada desde el Min Mujer y EG en conjunto con el SernamEG.
Respecto a la invisibilización de la mujer como sujeta de derechos con perspectiva de género, es violento ya que el posicionamiento femenino en el mundo público no ha sido gratuito, ha sido tremendamente costoso, principalmente con trabajo no remunerado, porque el 75% de este en el mundo lo hacen mujeres.
Otra preocupación es que ya habiendo reducido a la mujer a un rol maternal, cuando se plantean los apoyos a las madres trabajadoras, las propuestas se centran en la conciliación y no en la corresponsabilidad. Por lo tanto, se reafirman los estereotipos de género relacionados con que las tareas de crianza, cuidado y domésticas son responsabilidad de las mujeres.
En relación con la democracia un hecho concreto que levanta las alarmas fue la reciente solicitud de diputados del Partido Republicano (sobre los cursos, centros, programas y planes de estudio que se refieren a temáticas relacionadas con el estudio de género, diversidad sexual y feminismo, detallando sus principales características. Si bien el programa presidencial no hace alusiones a prohibiciones específicas a la comunidad LGBTIQ+, en la redacción hay una omisión absoluta de las disidencias, y ese sí que es un retroceso respecto de su capacidad de existir, de ser visibilizado, de lo simbólico que ha sido el poder avanzar a que haya una sociedad que sea capaz de reconocerte.