De cara a la segunda vuelta de la elección presidencial en Chile está prohibida la difusión de encuestas, aunque cada tanto se “filtran” algunas supuestas mediciones con resultados dispares, según quién las hace circular. Sin embargo, lo que no miente nunca es el mercado y este parece saber de antemano algo que los chilenos sospechan: Gabriel Boric va a ganar la elección.
El dólar, activo de refugio favorito de los especuladores ante la inminencia de un cambio en las reglas del juego, se disparó esta semana hasta su máximo de abril de 2020, cuando el estallido social era agravado por la pandemia.
Por cada dólar, los chilenos deben pagar 847 pesos, una cifra que revela la certeza del mercado sobre la victoria de Gabriel Boric en la segunda vuelta.
En la misma línea, la bolsa local cayó un 2,37 por ciento hasta los 4.199,21 puntos, una clara señal de que los millonarios del país se preparan para el desembarco de un gobierno que podría subir los impuestos a las grandes ganancias.
Tras la frágil victoria del ultraderechista José Kast en primera vuelta, la Bolsa de Santiago subió casi un 10%, el mayor salto en 13 años, y recuperó todo lo perdido en 2020. También se apreció el peso un 3,7% y el riesgo país, que es el diferencial que paga la deuda chilena con respecto a la de EE UU, cayó por debajo de los 90 puntos. Chile recuperó así su sitio como la economía menos riesgosa de la región, según las agencias de calificación.
La fiebre bursátil puso en evidencia el respaldo de los inversores a la agenda promercado del candidato Kast, basada en una bajada masiva de impuestos y sobre todo, el bloqueo a cualquier cambio en el sistema de jubilaciones, hoy en manos privadas. Fue también evidencia del temor que tienen al izquierdista Gabriel Boric, que llega con casi dos puntos de desventaja al 19 de diciembre, cuando se definirá el nombre del nuevo presidente en una segunda vuelta electoral.
La economía chilena es una de las más estables de la región. Este año crecerá un 11%, según las estimaciones oficiales, y será una de las que más rápido se recuperará de los estragos de la pandemia. José Antonio Kast ha dicho a sus votantes que mantendrá intacto el modelo, basado en un Estado mínimo que deja en manos del sector privado cuestiones tan fundamentales como la educación, la salud y las pensiones. Boric, en cambio, pretende una subida de impuestos que permita aumentar el gasto social y una mayor presencia del Estado en la economía. Ha dicho incluso que reemplazará el sistema de jubilación privada por otro estatal de reparto solidario. Los inversores consideran que un cambio de rumbo semejante sería catastrófico para la economía chilena.
Hay un candidato con un discurso promercado, Kast, pero que no se hace cargo de todo lo que está detrás del estallido social, que es la fuente de la tensión política. Lo mismo cuenta para Gabriel Boric, que tiene una mirada menos amistosa con el mercado, pero con un enfoque de la cuestión social más realista. En algún momento, esas dos visiones van a tener que confrontar.