La invasión rusa de Ucrania está cambiando la geopolítica global y o que ayer parecía blanco hoy se asemeja más al negro. Los enemigos de ayer hoy se abrazan y los gobiernos títeres de esas enemistades quedan mirando un chispero. Ese es el rol de Colombia hoy en día tras el reencuentro entre Estados Unidos y Venezuela.
Tras la prohibición de importar petróleo ruso a Estados Unidos, el gobierno de Joe Biden comenzó a buscar un nuevo proveedor por el mundo y, oh sorpresa, encontró en Venezuela un posible aliado.
Para sondear las posibilidades de un acuerdo, Biden envió una delegación a Caracas para hablar directamente con Maduro. No con Juan Guaidó, el autoproclamado presidente que reconoce Colombia y uno que otro país por mantener las formas diplomáticas y hacer un desaire al régimen chavista.
Después de cuatro años de ejercicios militares conjuntos y de exponer a Colombia a una guerra con su vecino, Estados Unidos decidió dejar colgado a Colombia y mostró su verdadero rostro: hoy te uso y mañana te olvido, sin importar los reclamos del débil gobierno de Iván Duque, que mira la situación tratando de maquillar su despecho.
Como gran cosa, Colombia le pidió a Estados Unidos que no compre el petróleo de Venezuela, argumentando que si lo hacen, el negocio cambiaría de un régimen autoritario a otro. Como un whatsapp indeseado, el mensaje fue visto, leído e ignorado.
“Si acabas de prohibir el petróleo de lo que llaman el dictador ruso, es difícil explicar por qué le vas a comprar petróleo al dictador venezolano”, dijo Diego Mesa, ministro de Energía de Colombia, en una entrevista separada al margen de la conferencia de la industria CERAWeek en Houston.
El mandatario colombiano ha dicho en reiteradas oportunidades que Estados Unidos, junto con muchos otros gobiernos occidentales, que no reconoce a Nicolás Maduro como el presidente legítimo de Venezuela, y coincide con el Gobierno de Washington, que calificó las elecciones del año 2018 como fraudulentas.
Claro, Duque no puede hacer una pataleta si te mismo jueves se reunirá con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en la Casa Blanca, y Venezuela ocupará un lugar destacado en la agenda de conversación.
La Casa Blanca prohibió la importación de petróleo y gas ruso por invasión a Ucrania. Biden hizo el anuncio para “continuar sancionando a Rusia por su guerra no provocada e injustificada contra Ucrania”, refiere el comunicado de la sede presidencial.
Según medios de comunicación estadounidenses, la prohibición incluirá el petróleo ruso y el gas natural licuado. “Significa que el petróleo ruso no será aceptado en puertos de EE. UU.”, dijo el mandatario. Rusia representa menos del 10 % de las importaciones estadounidenses de petróleo y productos derivados del crudo, lo que significa que el impacto en la economía más grande del mundo sería más fácil de soportar; sin embargo, los efectos sobre la economía europea son impredecibles por ahora.
“No participaremos en subsidiar la guerra de Putin”, dijo Biden en su intervención, quien reconoció que los aliados de Estados Unidos en Europa, que son más dependientes del suministro de gas ruso, no podrán sumarse a la sanción energética a Rusia.