Gustavo Petro no ha tomado posesión como presidente, pero ya su equipo puso en marcha los acercamientos para negociar su reforma agraria en la que no se contemplan expropiaciones de tierras improductivas, pero sí aplicar más impuestos a los propietarios de los terrenos que no están produciendo.

Prueba de ello es que el senador electo del Pacto Histórico, César Pachón, visitó al dirigente de Fedegán, José Félix Lafaurie, en su oficina en Bogotá, con quien sostuvo una conversación sobre los alcances de la reforma y hasta de las prácticas para cuidar el ganado. Incluso, el mismo Petro ya se encontró con el expresidente Álvaro Uribe.

Mientras Pachón apuntó que Lafaurie se había sumado al diálogo nacional, este matizó esa afirmación señalando que sostuvo un encuentro formal con un congresista y en representación de un gremio, el de los ganaderos.

Más allá de una fotografía, la trastienda del encuentro está en que, como lo dijo la ministra designada de Agricultura, Cecilia López, el gobierno entrante considera que en la ganadería hay tierras fértiles que servirían para cultivar alimentos, pero que están siendo improductivas.

Desde el lado de Fedegán, ese grupo puso en la agenda el respeto a la propiedad, en otros términos, la no expropiación que tanto eco hizo en campaña. “La propiedad privada sobre la tierra no puede ser diferente a la que se da sobre un banco o cualquier otro tipo de actividad económica”, reclamó Lafaurie.

Los ganaderos están prestos a bajar las hectáreas que ocupan los animales 37 millones a 20 millones, pero para esto se necesitan implementar sistemas silvopastoriles que permitan optimizar el espacio para cultivar alimentos.

Del otro lado, las unidades de trabajo legislativo y el comité de empalme de la cartera de Agricultura ya están trabajando en revisar el marco jurídico para ver si se puede aplicar la reforma tal cual la perfila el presidente electo. Por ahora, todo indica que sí es posible.

Con todo esto, las miradas de empresarios agrícolas y ganaderos, campesinos y líderes sociales están puestas sobre el proyecto de reforma agraria que es el eje central del empalme entre el gobierno de Iván Duque y la administración entrante, una propuesta ambiciosa de la que ya se conocen sus bases.

No habrá expropiación; sí impuestos

Lo primero que aclara la ministra Cecilia López al hablar de la reforma agraria es que esta no persigue la idea de expropiar tierras improductivas, sino de instar a sus propietarios a ponerlas a producir porque, de lo contrario, podrían tener más impuestos.

Entonces, esta traza tres rutas para los dueños: pagar más gravámenes por su propiedad privada con la aplicación del catastro multipropósito, producir alimentos en estos a cambio de no desembolsar más tributos o venderlas al Estado.

Ni López ni Petro tienen claro aún en cuánto se incrementarían las tasas para los dueños de la tierra, pero desde ya se puede predecir que habrá un incremento sustancial en estas porque esas contribuciones serán la base de la financiación para el siguiente paso de la reforma agraria: que el Estado compre tierras para entregarlas a los campesinos.

Redistribución de tierras para campesinos

El dinero recaudado en impuestos a los propietarios de tierras improductivas se utilizaría para que el Estado compre los latifundios y se los entregue a los campesinos con pocas tierras, en palabras de López, que tienen hasta menos de dos hectáreas o que no han tenido acceso a terrenos para cultivar.

Cumplir ese objetivo requiere varios pasos: identificar dónde están esas extensiones de suelo, quiénes son sus actuales dueños, cuánto valen y, sobre todo, quiénes son los campesinos que se verían beneficiados con estas, una tarea que puede tardar, al menos, un semestre.

El experto en desarrollo rural, Gabriel Tobón Quintero, apunta ese inventario puede realizarse por fases identificando puntos críticos os como las sabanas de Bolívar, los latifundios de Sucre y la región de la Orinoquía. Particularmente, allí se han concentrado los territorios ganaderos.

En esas tierras, en el futuro, se estarían cultivando más semillas para propender por la seguridad alimentaria.

Cultivar más para importar menos

La ministra designada plantea una reactivación de los cultivos para importar menos productos. Si bien reconoce que elementos como el trigo tendrán que seguir siendo comprados en los mercados internacionales, ve probable que el maíz y el arroz puedan producirse localmente.

Eso va alineado con la reactivación de la empresa Monómeros para conseguir fertilizantes adquiridos localmente, con la meta de tener productos que permitan garantizar la seguridad alimentaria y, sobre todo, evitar la inflación en los precios de los alimentos.

Ese último factor, sin embargo, depende del tiempo que tarden los cultivos en sacar cosecha y una reconversión productiva que le dé a los prodcutores más rutas para distribuir sus alimentos