Si bien las encuestas presagiaban el triunfo del “rechazo” a una nueva Constitución, ninguna planteaba un escenario con un margen tan amplio. Por ahora, el resultado significa que la Carta Magna originada en dictadura se mantiene.
Sin embargo, voces de los partidos y sectores políticos que apoyaron al “rechazo” afirmaron que la causa constituyente continúa. Por ejemplo, Evelyn Matthei, alcaldesa de Providencia e integrante del pacto Chile Vamos (derecha), reiteró su compromiso con un nuevo proceso “con paridad, con nuevos constituyentes, con una Convención”.
El “rechazo”, un voto de protesta contra el Gobierno
Los motivos del aplastante triunfo del “rechazo” son varios, pero analistas concuerdan en que el resultado está muy relacionado con el mal desempeño del gobierno del presidente Gabriel Boric.
Olaf Jacob, representante de la Fundación Konrad Adenauer (KAS) en Chile, cree que los chilenos están algo decepcionados del gobierno y del trabajo de la Convención Constitucional: “Si ve el nivel de aprobación del Gobierno, este llega al 38 %. Creo que no es coincidencia que la aprobación del presidente sea idéntica al puntaje que ha recibido el ‘apruebo'”, explicó.
“Fue un voto de protesta contra el nuevo Gobierno, que ha sido castigado por algunos errores que ha cometido en los últimos meses. Creo también que es el resultado de una débil presentación de la Convención Constitucional”, concordó Cäcilie Schildberg, representante en Chile de la Fundación Friedrich Ebert (FES).
“Yo creo que los chilenos votan en contra de un proceso que les pareció ofensivamente impertinente”, señaló a DW Alberto Mayol, cientista político y académico de la Universidad de Santiago. “La capacidad de otorgar respuestas políticas y de políticas públicas a los problemas sociales ha sido muy discreta. En ese contexto, la ciudadanía vota en contra de agendas que aparecen desajustadas”, añadió.
Las opciones que maneja el Gobierno
Tras conocerse el resultado, Boric prometió avanzar hacia una nueva propuesta con la participación del Congreso y sectores de oposición. Jacob, de la KAS, cree que “el anuncio de Boric va en ese sentido (de la unidad). Yo creo que en marzo los chilenos estarán nuevamente yendo a las urnas para votar por una nueva Constituyente, porque creo que es lo que la mayoría de las personas que votaron por el ‘rechazo’ esperan”.
Mayol, en tanto, difere: “Las condiciones políticas para abrir un nuevo proceso con una convención son muy limitadas en este momento. Como ganó el rechazo ampliamente, no sé si el presidente tenga ganas de ir a una una elección de convencionales que termine con la derecha obteniendo el 60% de los escaños o más”.
La frustración podría perjudicar aún más al Gobierno
Este golpe duro para el gobierno chileno podría significar que muchas de las promesas de campaña se vean frenadas, lo que podría generar más frustraciones en la población, especialmente para quienes votaron por un cambio.
Ante la incertidumbre del proceso constituyente, puede que, tarde o temprano, una parte de la población que apoyó una nueva Constitución manifieste sus frustraciones y descontento en las calles, lo que podría significar grandes dificultades para el Gobierno. Es posible que esa parte de la sociedad que quería un cambio no tenga la paciencia para esperar dos años más
El presidente había tomado una decisión de origen muy equivocada que era que su gobierno empezaba el día en que se aprobaba una nueva Constitución. Hoy se da cuenta de que no puede comenzar su gobierno y rápidamente tiene que establecer alguna clase de relación con la derecha, lo que ha sido la tónica de los últimos gobiernos de izquierda en Chile.
¿Qué viene ahora?
El presidente Boric ya había trazado un camino de salida si ganaba el rechazo antes del plebiscito, al declarar que se iniciaría otro proceso constituyente hasta que se genere un texto que suscite acuerdos para todos los chilenos. El domingo reforzó esa idea hablando de un “itinerario constituyente”, señalando que a la brevedad se definirían sus “plazos y bordes”. Las conversaciones comenzaron este mismo lunes, el día después de la elección. Sin embargo, el mandatario ya dejó claro que el Congreso Nacional –uno de los más fragmentados de la democracia en Chile- “deberá ser el gran protagonista” de este proceso.
Es inevitable que el proceso Constituyente se retome a la brevedad, pasados los 125 días que establece la ley para establecer un nuevo proceso electoral. Claramente los partidos políticos actúan bajo la imperiosa necesidad de retomarlo si no quieren asumir los costos por no avanzar en esta área en próximos procesos electorales. La mayor parte de los partidos del arco político chileno –desde el comunismo a sectores de la derecha liberal -salvo el Partido Republicano de José Antonio Kast- van a estar comprometidos con retomar la agenda del proceso constituyente en el más breve plazo.
Tanto el proceso constituyente, como las reformas profundas que quiere emprender el Gobierno de Boric se verían favorecidos, según apunta este analista político, por el acuerdo alcanzado en el Congreso antes del plebiscito de rebajar la necesidad de mayoría de la actual Constitución de 2/3 a 4/7, una lucha histórica que al fin pudo concretarse y que facilita las reformas.
¿Fortalece el resultado a la derecha?
Para Freire este resultado “tan aplastante permite que grupos que están en los extremos sean más reticentes al proceso”, aunque la mayoría de partidos políticos dan por muerta en vida la Constitución de Augusto Pinochet y entienden este resultado como “un rechazo a esta propuesta más no a tener una nueva Constitución.
Es interesante observar el discurso de la derecha al término de la elección, que se mostró favorable a un nuevo proceso constituyente donde se comprueba disponibilidad para generar cambios constitucionales. Aunque, evidentemente, tienen una posición más fortalecida, no para evitar el proceso, pero sí para negociar los cambios que se van a incluir en él, lo que va a limitar su profundidad en temas como pensiones, reforma de las policías u otros.
Es un error interpretar esto como una victoria electoral de la derecha, no lo es, es una victoria ciudadana. Creer que el 62% de los chilenos va a votar por la derecha es un absurdo. En esta instancia, el 62% se alineó con una idea que no necesariamente se vincula a la derecha, pero existe el riesgo de que la derecha tenga el espejismo de hacer esa lectura.
Una realidad mucho más compleja que pensar que Chile volvió al pasado de los amarres y herencia de una dictadura que hace tiempo quiere dejar atrás, aunque aún no se ponga de acuerdo en el cómo.