El presidente y la primera ministra se han turnado para defender los planes de reforma de las pensiones en entrevistas con los medios de comunicación, afirmando que son urgentemente necesarios para salvar un sistema que está fallando.

“Si no aprobamos estas reformas, el sistema actual estará en peligro”, declaró Macron al canal de televisión TF1 a principios de diciembre. Macron incluso aprovechó su tradicional discurso de Nochevieja para decir que las medidas deben promulgarse para garantizar que el sistema de pensiones de Francia sea financieramente viable en las “próximas décadas”.

La pieza central de la legislación será el aumento de la edad de jubilación de 62 a 65 años, de lo contrario se reducirán las pagas mensuales; una propuesta que tanto la oposición política como los sindicatos consideran particularmente irritante, y que ha provocado protestas y huelgas generalizadas.

Las manifestaciones paralizaron gran parte de París en el invierno de 2019-2020 antes de que los planes de reforma se archivaran temporalmente cuando el Covid-19 golpeó a Francia en serio en la primavera. Uno de los sindicatos más moderados de Francia, la CFDT, se mantuvo al margen de las huelgas, pero ahora incluso la CFDT está prometiendo llamar a sus miembros a la huelga para protestar por el aumento de la edad de jubilación.

Las anteriores reformas de las pensiones ya se están aplicando. La reforma de Touraine, votada bajo el mandato del predecesor de Macron, François Hollande, amplía gradualmente el tiempo de cotización al sistema hasta los 43 años (para los nacidos en 1973 o después) antes de poder jubilarse con una pensión completa.

Un sistema bizantino

El sistema de pensiones francés ha sido tachado a menudo de bizantino o enrevesado por los críticos, en parte debido a que consta de 42 regímenes de pensiones diferentes financiados por el Estado. El conjunto del sistema de pensiones costó al Estado algo menos del 14% del PIB en 2021.

Pero algunas de las agencias del propio gobierno refutan las afirmaciones de Macron de que el sistema actual estaría moribundo sin una acción urgente.

Según un informe de septiembre de 2022 del Consejo de Orientación de las Pensiones (Conseil d’orientation des retraites), un organismo estatal, el sistema de pensiones arrojó superávit en 2021 (900 millones de euros) y 2022 (3.200 millones de euros), aunque predijo que el sistema sería deficitario de media durante el próximo cuarto de siglo. Según la estimación del Consejo, “entre 2023 y 2027, las finanzas del sistema de pensiones se deteriorarán significativamente”, alcanzando un déficit de entre el 0,3 y el 0,4 por ciento del PIB (o algo más de 10.000 millones de euros al año) hasta 2032. Sin embargo, el Consejo estima que a partir de mediados de la década de 2030 se volverá gradualmente a una situación de equilibrio, incluso sin reformas.

Un déficit de entre 10.000 y 12.000 millones de euros anuales no es necesariamente excesivo para un sistema de pensiones cuyo gasto total anual asciende a unos 340.000 millones de euros. “Los resultados de este informe no respaldan la afirmación de que el gasto en pensiones esté fuera de control”, escribió el Consejo. El informe también señala que se espera que el gasto en pensiones en proporción al PIB se mantenga estable, en torno al 14% del PIB, antes de aumentar hasta el 14,7% en 2032.

Según Michaël Zemmour, economista y experto en pensiones de la Universidad París 1, el informe deja claro que el sistema actual no está necesariamente en peligro.

“Se ha convertido en una forma de discurso político exagerar y dramatizar la cuestión del déficit, afirmar que es urgente reformar el sistema, cuando en realidad el déficit es más bien moderado”, dijo Zemmour.

No cabe duda de que habrá déficit, pero no del tipo que exigiría retrasar la edad de jubilación”.

Zemmour señaló que un documento que Francia envió a la UE el verano pasado describe cómo Macron planea pagar los recortes fiscales propuestos con reformas estructurales para reducir el déficit nacional por debajo del 3% -como se exige a los Estados miembros de la UE- para 2027. “No se trata de salvar el sistema de pensiones, se trata de financiar recortes fiscales para las empresas”, dijo.

La única opción, si se descartan todas las demás

Normalmente, hay tres formas de reformar un sistema de pensiones: retrasar la edad de jubilación, reducir las pagas o inyectar nuevos fondos. Macron ya ha descartado tanto el recorte de las pensiones como la inyección de más dinero en el sistema, por lo que sólo queda aumentar la edad de jubilación.

“Sí, es la única solución, pero sólo cuando has cerrado tu mente a todas las demás”, bromeó Zemmour.

En un artículo publicado en su blog el 2 de diciembre, Zemmour sugería cinco formas de añadir 12.000 millones de euros al sistema de aquí a 2027, entre ellas poner fin a ciertas exenciones a las cotizaciones de jubilación y revertir los recortes propuestos del impuesto de sociedades (que, según él, ahorrarían 8.000 millones anuales a partir de 2024).

“Hay muchas otras posibilidades, como conseguir que más personas mayores se incorporen a la población activa, lo que los añadiría a la base imponible, o pedir a los que más ganan que contribuyan más”, dijo Zemmour.

Macron ha argumentado que Francia no tiene ni la edad de jubilación más alta ni el periodo de cotización obligatorio más largo en comparación con sus vecinos de la UE. Y tiene razón. De media, los franceses siguen jubilándose antes que en muchos países vecinos. Según el Consejo Asesor de Pensiones, la edad media a la que los franceses empiezan a disponer de sus fondos de jubilación era de 62,6 años para las mujeres y 62 años para los hombres en 2019. Ese mismo año, la edad media en Italia para ambos sexos era de 63 años, 64 en Alemania y 66 en los Países Bajos, con las mujeres jubilándose de media unos meses más tarde que los hombres.

Irónicamente, el aumento de la edad de jubilación puede provocar inseguridad económica a las personas que se encuentran al final de su carrera profesional, según Zemmour.

“Cuando se eleva la edad de jubilación, mucha gente que ya está en paro no puede encontrar trabajo hacia el final”, dijo. “…Así que mucha más gente estará sin trabajo durante más tiempo en el periodo previo a su jubilación. Y eso significa un fuerte aumento del número de personas que reciben prestaciones sociales, sobre todo de invalidez.”

“Esta será la situación a la que se enfrentarán los trabajadores de a pie, no los ejecutivos de empresas muy bien pagados”, observó Zemmour. “Así que habrá un periodo más largo de inseguridad económica previa a la jubilación para los mayores de 60 años que estén en paro”.